La Oración que Agrada al Señor
Muchos cristianos oran sólo por un sentido de obligación. Piensan en la oración como algo que “se supone” que deben hacer, pero Dios anhela oírnos.
Muchos cristianos oran sólo por un sentido de obligación. Piensan en la oración como algo que “se supone” que deben hacer, pero Dios anhela oírnos.
Una vez que la lengua y los labios de un creyente estén verdaderamente purificados, nunca más querremos hablar nada que no sea diferente a Jesús. Las palabras que fluyan de nosotros serán puras.
Dios extenderá su mano poderosa en el corazón de un creyente arrepentido y arrancará todas las raíces del miedo para que él conozca el favor y la bendición inconmensurables de Dios.
Cuando Dios llame a los creyentes a seguir su plan, dejemos que él silencie la voz de los escépticos. Su plan para nosotros no será derrotado porque él es fiel en cumplir sus promesas.
Una de las mayores diferencias entre los verdaderos maestros de la Palabra y los falsos maestros es que los verdaderos creyentes atraerán a la gente hacia Dios; los falsos creyentes atraerán a las personas hacia sí mismos y a sus propias ideas.
El cristiano arrepentido puede sentirse abrumado por la tristeza y el cansancio. Sin embargo, el Señor siempre viene a tocar su cuerpo, para darle renovada paz y fuerza.
No importa en qué pecados caigamos los creyentes, Dios está listo para venir y sacarnos de nuestra desesperación, para romper todo lo que nos ata y liberarnos, tan pronto como clamemos a él.
Cada creyente es como un pájaro atrapado en una red de pecado. El cazador es el diablo que ha tendido su trampa y nos atrapó en ella; pero Dios nos ha rescatado y nos ha hecho libres.
Satanás quiere que seamos creyentes desesperados y distraídos por los cuidados de la vida, pero debemos resistir las mentiras del diablo y adorar a Dios con todo nuestro corazón y mente.
No basta con que Jesús haga milagros, nos sane o responda a nuestras peticiones. Preguntar “¿Quién es este?” marca el verdadero comienzo de nuestro viaje de discipulado.