Te Daré Reposo
Muchos cristianos son sacudidos por vientos y olas de doctrinas, inquietos y llenos de culpa, sin seguridad en Cristo. Necesitamos entrar en el reposo de Dios con fe firme.
Muchos cristianos son sacudidos por vientos y olas de doctrinas, inquietos y llenos de culpa, sin seguridad en Cristo. Necesitamos entrar en el reposo de Dios con fe firme.
El único espíritu de violencia que vamos a tener es una fe violenta. Será una santidad fuerte que vendrá contra las puertas del infierno y las fortalezas del enemigo.
Si somos hijos de Dios y ponemos nuestra confianza total en su Palabra y su fidelidad para proveernos, Dios ha prometido bendecirnos; y él no puede mentir.
Si el pueblo de Dios es fiel en el estudio de la Biblia, nos ayudaremos a nosotros mismos y a otras personas mucho más que con otros mil libros inspiradores.
Tú ejerces la fe todos los días. Tomemos un ejemplo del médico y el farmacéutico. Acudes a un médico cuyo nombre apenas puedes pronunciar y cuyos títulos nunca has verificado. Te da una receta que no puedes leer. Lo llevas a un farmacéutico que nunca has conocido antes. Te da un compuesto químico que no entiendes, luego te vas a casa y te tomas la pastilla según las instrucciones del frasco. Todo con una fe confiada y sincera.
La mayor maravilla no es una persona que haya resucitado de entre los muertos. No, es el cristiano quien soporta todas las pruebas, tormentas, dolores y sufrimientos con fe confiada.
Nuestro amoroso Padre celestial nunca conduciría a sus hijos a un desierto seco sólo para dejarlos morir de sed. Dios siempre ha tenido un plan para su pueblo en sus problemas actuales.
Cuando las tormentas de la vida nos golpean, debemos prescindir de los planes y soluciones de los hombres, llegar a la “ciencia inútil”, el fin de nuestros recursos y pedir al Señor que nos guíe a un puerto seguro.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?… Dios mío, mi alma está abatida en mí” (Salmos 42:5-6).
Si no tenemos cuidado, podemos aprender a vivir con cosas que no son buenas para nosotros. Tal vez sea incluso un patrón de pecado que hemos seguido durante 10 ó 15 años. Nos decimos a nosotros mismos: “Así es como son las cosas”.
Podríamos estar atrapados en una falta de hambre de celo por la Palabra de Dios, en una falta de pasión por las cosas de Dios, en una falta de entusiasmo en nuestros corazones. Podemos alejarnos de esas cosas.