Permaneciendo Fuertes Cuando las Cosas se Desmoronan

David Wilkerson (1931-2011)

“Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” ( 2 Pedro 1:2-3).

Todos sabemos que los cristianos en el primer siglo enfrentaron grandes tribulaciones. Soportaron pruebas severas, tiempos difíciles, persecuciones que fueron de vida o muerte. Pero no se quebraron bajo el estrés. Pablo dice que la iglesia en Tesalónica soportó la pérdida de todo lo que poseían, sin embargo, estos creyentes no fueron destruidos por esta experiencia.

Pablo atribuye su fuerza al poder del Espíritu Santo: “nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre… Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:5-6).

Estos creyentes habían sido “muy afligidos”, pero poseían verdadero gozo. No se quejaron respecto a sus circunstancias y no cuestionaron a Dios. En cambio, hubo regocijo entre ese cuerpo de creyentes. Y Pablo les dijo: “habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor… vuestra fe en Dios se ha extendido” (1:7-8).

En Estados Unidos, el mayor problema es el estrés. Existe una ansiedad generalizada sobre el futuro, sobre la seguridad laboral. Algunas familias están a punto de perderlo todo y sucumben a la desesperación. Multitudes de personas mayores tienen dolor porque no pueden pagar sus medicinas y esto es desgarrador.

¡En medio de este caos, hay esperanza! Verás, el Espíritu del Dios Todopoderoso y su Cristo vive en nosotros. El Espíritu Santo está obrando en nosotros con gran poder… ¡en este mismo momento! Su poder es liberado cuando lo recibimos como el que lleva nuestras cargas. El Espíritu Santo nos fue dado por esta misma razón, para llevar nuestras preocupaciones y cargas.

Amado, Dios permitió cada una de las pruebas de Pablo y esto hizo que el apóstol no confiara en sí mismo, sino que confiara plenamente que el Espíritu Santo lo liberaría. Las Escrituras dicen: “Y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13). Deja que Dios lo haga todo y él logrará tu liberación.