La Evidencia de Haber Pasado Tiempo con Jesús

David Wilkerson (1931-2011)

Después de que Pedro y Juan ministraron a un mendigo lisiado afuera de la puerta del templo y el hombre fue sanado, comenzaron a predicar con valentía el arrepentimiento y ministrar a la gente. “Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil” (Hechos 4:4). Como resultado de su testimonio, Pedro y Juan fueron llevados ante el sumo sacerdote y los ancianos. “Y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” (4:7).

Esta audiencia fue orquestada para intimidar a Pedro y Juan, pero tuvo el efecto contrario. Pedro debe haber pensado: “Gracias, Jesús, por permitirme predicar tu nombre a estos aborrecedores de Cristo”. Esto nos dice que Pedro no iba a dar una conferencia, tranquila y reservada. No, él era un hombre saturado de Jesús, lleno de Espíritu Santo, ¡listo para proclamar la verdad!

Sin embargo, el denuedo de Pedro no era una palabra hiriente y condenatoria. Su objetivo no era juzgar o menospreciar a esos líderes religiosos. Él sólo quería que vieran su pecado y se arrepintieran. Por eso hizo un llamado al altar, diciendo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (4:12).

Los gobernantes estaban asombrados. “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús” (4:13).

Pedro debió guiñarle un ojo a Juan y tal vez pensó: “Ellos recuerdan que estuvimos con Jesús hace semanas, pero no se dan cuenta de que desde aquel día hemos seguido estando con el Maestro resucitado”. Los dos hombres habían estado recientemente con él en el aposento alto y esa mañana, estuvieron con él mientras oraban en su celda.

Esto es lo que sucede con hombres y mujeres que pasan tiempo con Jesús. Incluso cuando salen de su tiempo con Cristo, él está con ellos donde quiera que vayan.

Cuando la crisis golpea, no tienes tiempo para edificarte en oración y fe: los que han estado con Jesús siempre están listos. Verdaderamente, esta es una bendita seguridad.