Fortaleza para los Obstáculos Espirituales

Gary Wilkerson

El apóstol Pablo logró cosas increíbles por la causa de Cristo. Supervisó iglesias en toda Asia y algunas partes de Europa, mientras que también servía como evangelista y apologista. Un verdadero erudito, defendió a Cristo ante tribunales y reyes.

Pablo estaba decidido a llevar el evangelio de Cristo al mismo epicentro del mundo, Roma; y en Hechos 27 leemos sobre su viaje a Italia. En este viaje, él y sus compañeros encontraron una severa resistencia: “Los vientos eran contrarios” (Hechos 27:4). Este era un obstáculo de la naturaleza, pero Pablo podría haberlo visto fácilmente como un obstáculo espiritual.

El barco de Pablo finalmente se estrelló contra las rocas, acabando hecho pedazos, pero él apenas parpadeó cuando llegó el desastre. Él animó a sus hombres: “No habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas… Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:22-24).

Pablo había soportado muchas tribulaciones hasta ese punto; y pudo soportarlo todo porque su mente siempre estaba enfocada en su misión: vivir, predicar y servir a Cristo. Todo cristiano está llamado a proclamar la gracia de Dios a un mundo caído y pecaminoso. Debemos ministrar a los pobres, amarnos unos a otros y adorar juntos en la verdadera comunidad evangélica. En resumen, estamos llamados a dar el amor de Dios a los demás a través de nuestras palabras y acciones para que el mundo pueda cambiar. Al hacer todas estas cosas, llevamos la luz de Cristo a un mundo en tinieblas.

Los cristianos que eligen sentarse al margen de la fe, yendo a la iglesia sólo por consuelo, no recibirán mucha resistencia del enemigo. Pero si eres un creyente que está decidido a vivir para Jesús y tienes una visión basada en el Evangelio para con los perdidos y los heridos, todo el arsenal de Satanás vendrá contra ti.

Pablo nunca quitó los ojos de su llamado, el cual era Cristo. Por eso estuvo tan tranquilo durante la tormenta. ¡Anímate a seguir la voz del Maestro! Él tiene el control y nunca te guiará en la dirección equivocada.