En Paz Delante de tus Enemigos

David Wilkerson (1931-2011)

“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (Salmos 23:5).

Nos encanta la promesa de que nos sirvan un banquete en presencia de nuestros enemigos mientras ellos observan. Pero, ¿quiénes son estos enemigos? En términos bíblicos, están los demonios y los humanos. En el Salmo 23, David se refiere a enemigos demoníacos; estos representan al diablo y todos sus principados y potestades infernales.

Según Jesús: “El enemigo… es el diablo” (Mateo 13:39). Sin embargo, muchos de nuestros enemigos no son del infierno. Cuando Jesús nos dice que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:44), no está hablando del diablo y sus hordas. Él está hablando de personas en nuestras vidas que se han convertido en herramientas utilizadas por Satanás para hacernos miserables. Fueron los enemigos carnales de David los que lo hicieron clamar: “Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio” (Salmos 143:9).

Puedes tener sólo unos cuantos enemigos humanos o puedes tener una abundancia, dependiendo de tu esfera de influencia. En cualquier caso, si tu corazón está determinado en seguir a Jesús, serás una ofensa para algunos. Y la gente te va a evitar; tanto los inconversos, como los cristianos carnales, por igual.

Serás marcado como objetivo por el diablo y sus espíritus malignos; tu adversario, el diablo, te atacará física y espiritualmente. Y si puede, provocará problemas entre tus enemigos humanos. La fiesta sobrenatural del Señor se vuelve aún más sorprendente porque ambas clases de enemigos tienen que sentarse y observar cómo el Señor te sirve.

La Palabra de Dios dice de los justos: “A sus enemigos vestiré de vergüenza, mas sobre él florecerá su corona” (Salmos 132:18). Dios está diciendo, en esencia: “Tus enemigos carnales pensaron que estabas acabado, pero ahora sólo pueden mirar maravillados mientras te alimento y te bendigo”.

Cuando le has fallado y sientes que Satanás ha tomado ventaja en tu vida, el Señor te invita: “Ven a la fiesta. Siéntate y prueba mi misericordia. Quiero que festejes en mi mesa en presencia de tus enemigos”.

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