Yendo más Profundo con Cristo

David Wilkerson (1931-2011)

La mayor revelación que los discípulos recibieron alguna vez se enfocó en la resurrección de Jesucristo. Era el primer día de la semana, y los discípulos estaban escondidos detrás de puertas cerradas por temor a los judíos. De pronto, Jesús apareció, en plena gloria de resurrección, victorioso sobre la muerte, el infierno y el diablo. Les mostró a los discípulos sus manos, sus pies, su costado perforado; y luego sopló y dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22).

¡Qué gloriosas verdades estaban saliendo, revelación tras revelación! Fue casi demasiado para los discípulos, y varios de ellos, liderados por Pedro, decidieron ir a pescar (ver Juan 21:3). Pedro estaba teniendo problemas para asimilarlo todo. “No llego a comprender la cruz, ¿cómo entenderé su resurrección? Después de todo este tiempo que he pasado con él, he entendido muy poco. Que los que son mejores le sigan. Yo sólo quiero hacer lo mío, a mi manera tranquila”.

Muchos de nosotros podemos reaccionar a las cosas espirituales de la misma manera. Sabemos que el Señor nos ha llamado a ir más profundo con él, pero evitamos el desafío. Volvemos a nuestros viejos caminos y nos sentimos culpables por nuestro letargo. Tememos que nunca estaremos a la altura de lo que Dios quiere para nosotros, así que volvemos a la actividad: compras, pasatiempos, nuevos proyectos. El tiempo que alguna vez pasamos con Dios en el crecimiento se desperdicia en alguna forma de “pesca” y nos volvemos frívolos e indeterminados.

Mientras Pedro estaba pescando, el Señor notó que no estaba atrapando nada y le ordenó que arrojara su red en el lado opuesto, donde reunió una tremenda cosecha de peces. Más tarde, mientras Pedro separaba su captura, Jesús le dijo, en esencia: “Pedro, si me amas, vuelve a donde estabas. Sígueme; apacienta mis ovejas; deja de hacer lo tuyo. ¡Despierta!” (Ver Juan 21:15-18).

Todo lo que Jesús te pide es que lo ames. No te preocupes por estar a la altura y no permitas que tus períodos secos te lleven a la desesperación. Regocíjate en ellos: son parte del plan de Dios para llevarte a su propósito para tu vida.