Vidas Inconmovibles

David Wilkerson (1931-2011)

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

Cuando Dios nos dice que subamos a su trono con confianza, no es una sugerencia. Es su preferencia y hay que prestarle atención. Entonces, ¿de dónde obtenemos esta seguridad, este acceso con confianza, para la oración? 

“La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). La palabra “eficaz” aquí proviene de una palabra de raíz griega que significa “una posición fija”. Sugiere una mentalidad inconmovible e inquebrantable. Asimismo, habla de una confianza construida sobre pruebas sólidas, prueba absoluta que respalda su petición. Significa que puedes venir a los atrios de Dios completamente convencido de que tienes un caso bien preparado. Está más allá de las emociones, la bulla, y el entusiasmo inflado.

Tal oración sólo puede provenir de un siervo que escudriña la Palabra de Dios y está completamente persuadido de que el Señor está comprometido en honrarla. De hecho, es importante que ninguno de nosotros entre a la presencia de Dios sin traer su Palabra con nosotros. El Señor quiere que llevemos sus promesas, que se las recordemos, que lo vinculemos y permanezcamos firmes en ellas.

Además, se nos ha ayudado a acercarnos al trono de gracia de Dios. La Biblia dice que somos peticionarios en su trono; y que Cristo está allí como nuestro intercesor o abogado. También tenemos al Espíritu Santo a nuestro lado en la corte del Padre. El Espíritu es nuestro “paracleto”, uno que sirve como nuestro consejero. Él está ahí para recordarnos los decretos eternos y la constitución divina que componen la Palabra de Dios.

Y entonces tenemos estas increíbles promesas, de un abogado y un consejero, de pie a nuestro lado, para darnos confianza y seguridad para llegar al trono de Dios.