Victoria a través del Temor de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

La Biblia deja en claro que existe un temor del Señor que todo creyente debe cultivar. El verdadero temor de Dios incluye asombro y respeto, pero va mucho más allá.

David nos dice: “La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Salmos 36:1). David está diciendo: “Cuando veo a alguien que se entrega al mal, mi corazón me dice que esa persona no teme a Dios. No reconoce la verdad acerca del pecado o sobre el llamado de Dios a la santidad”.

Algunos pueden intentar decir que el temor de Dios es sólo un concepto del Antiguo Testamento, pero vemos que el temor piadoso se menciona en todas las Escrituras. Pablo cita el Antiguo Testamento en sus cartas a la iglesia primitiva, “No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:18) y agrega: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).

El hecho es que el temor piadoso nos da poder para mantener la victoria en tiempos de maldad, entonces, ¿cómo obtenemos este temor? Jeremías responde con esta profecía de la Palabra de Dios: “Les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí” (Jeremías 32:39-40).

Esta es una maravillosa promesa del Señor. Nos asegura que nos proveerá su temor santo. Sin embargo, Dios no deja caer este temor en nuestros corazones en un destello sobrenatural. No, él pone su temor en nosotros a través de su Palabra.

¿Significa eso que el temor de Dios es plantado en nuestro corazón cuando simplemente leemos la Biblia? No, en absoluto. La Escritura nos dice cómo el temor piadoso vino sobre el sacerdote Esdras: “Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10).

El verdadero temor del Señor viene cuando decidimos conscientemente que vamos a obedecer cada palabra que leemos en la Palabra de Dios.

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