Una Vida "Ordinaria" Extraordinaria

David Wilkerson (1931-2011)

Déjame decirte cómo Dios trae gente a su casa, cómo les habla y cómo los salva. El Señor edifica su iglesia a través de los testimonios de la luz que brilla en aquellos que lo aman. Él puede hacer esto no porque estos sirvientes usen los métodos correctos, sino porque viven la vida correcta.

La vida de Cristo produce luz en hogares, vecindarios, ciudades y lugares de trabajo. ¿Cómo se obtiene esta vida? Todo se reduce a que cada santo viva correctamente, sin reproche, como ejemplo de la misericordia de Dios. Estos servidores tratan a los demás de forma honesta y desinteresada, sin una parte oscura en ellos. Llevan vidas totalmente dedicadas a Jesús y están dispuestos a servir a los demás en todo momento.

Esta es la clase de vida que Pablo exhortó a la iglesia de Éfeso a tener. “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:1-2). Él dice un poco más tarde: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8).

Déjame darte un ejemplo de dicha luz. Una vez, el director ejecutivo de una empresa de Nueva York llamó a nuestra iglesia. El pastor Neil tomó la llamada. El director ejecutivo le contó al pastor Neil sobre dos mujeres de nuestra iglesia que trabajaban para él. Dijo que no eran como los demás en su oficina. Estas dos mujeres siempre fueron corteses, serviciales con los demás y nunca se quejaron ni chismearon. “Hay algo diferente en ellas”, dijo. “Me gustaría reunirme con usted para averiguar cuál es la diferencia”.

Ese director ejecutivo era judío. ¿Crees que habría respondido a una invitación a una reunión de avivamiento? ¿Habría leído un paquete de materiales producido por una iglesia? No, lo habría arrojado todo al “Archivo 13” para no mirarlo más. Este hombre respondió a una luz nacida de vidas escondidas en Cristo y que operando diariamente en dos mujeres humildes.

Sólo podemos traer luz a nuestras comunidades cuando nosotros mismos estamos llenos de la vida de Cristo. Debemos vivir el mensaje que traemos si deseamos predicarlo con algún poder. Dios nos ayude a recordar que la luz brilla a través de las pequeñas cosas de la vida.