UN PUEBLO A QUIEN DIOS ANHELA

Gary Wilkerson

“Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Dios anhela una iglesia pura para que podamos ser las personas que él realmente desea que seamos: limpios y sin mancha del mundo. Él quiere hacer una obra profunda en nosotros para purificarnos y hacernos sensibles al Dios santo y asombroso al que servimos.

La palabra juicio tiene más de un significado. Puede traducirse como la ira de Dios, que es para aquellos que no obedecen al Señor, pero el juicio que llega a la casa de Dios no es la ira de Dios; más bien, es como un fuego purificador. Nos lleva a un lugar donde nuestras vidas están alineadas con lo que él tiene para nosotros.

Todo el cuarto capítulo de 1 Pedro defina la idea de cómo pueden ser nuestras vidas cuando el juicio santo y amoroso de Dios viene y nos purifica. Nos lleva a un lugar de santidad: “Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado” (4:1). Armarse tiene que ver con caminar en el fuego del Espíritu Santo para que podamos ser un pueblo que esté diciendo sí a sus planes para nosotros.

En 1 Pedro 4:8, Pedro dice que debemos tener entre nosotros “ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. Vemos que la santidad no es sólo lo que no hacemos, sino cómo vivimos. La forma más grande de santidad es el amor; de hecho, “el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Romanos 13:8).

La santidad, el fuego purificador, el juicio justo de Dios; todo esto llegará al centro de tu corazón y te cambiará. Y ese tipo de juicio te hará clamar: “¡Señor Jesús, ven!”