UN LUGAR PROMETIDO DE REPOSO

David Wilkerson (1931-2011)

El libro completo de Deuteronomio consiste en una serie de mensajes de despedida de Moisés, dirigidos a aquellos que sobrevivieron a los cuarenta años de vagar por el desierto y estaban destinados a poseer la tierra prometida. Él le recuerda a la nueva generación la importancia de la obediencia.

“Tú conoces la historia de tus padres. Era un pueblo llamado, elegido y ungido por Dios, pero ellos perdieron la visión. El Señor los amó tanto que los llevaba a sus brazos y los cargaba, una y otra vez. Sin embargo, vez tras vez murmuraban contra él, entristeciéndolo”.

Moisés continúa: “Finalmente, la paciencia de Dios llegó a su fin. Él vio que estaban comprometidos con la incredulidad y no había nada que él pudiera hacer para cambiar sus mentes. Sus corazones eran como granito, así que Dios les dijo: Ninguno de ustedes entrará en mi Tierra Prometida. En lugar de ello, darán la vuelta ahora y regresarán al desierto”.

¡Qué poderosas palabras! Sin embargo, Moisés no estaba hablando sólo a una nueva generación de israelitas, sino a todas las generaciones de creyentes que siguieron, incluyéndonos a nosotros hoy. Al igual que otros relatos del Antiguo Testamento, este fue escrito “para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11).

Moisés nos estaba mostrando el peligro de la incredulidad. Advirtió que, a menos que prestemos atención, sufriremos las mismas consecuencias que nuestros antepasados: “Para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Hebreos 4:11).

Muchos creyentes de hoy han dejado que Satanás los convenza de que no son lo suficientemente buenos, que Dios todavía está enojado con ellos por los pecados pasados, pero, al igual que con Israel, sus elecciones determinarán el curso de sus años restantes.

Tú tienes una promesa esperándote, tal como la hubo para Israel: “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9). El Señor te salvó para llevarte a un lugar de reposo, un lugar de fe inquebrantable y confianza en el Señor. ¡Confía en él para ello!