UN HOMBRE DE FE

David Wilkerson (1931-2011)

Abraham es conocido por la iglesia como un hombre de fe. De hecho, la Biblia lo presenta ante nosotros como un ejemplo de fe: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia” (Gálatas 3:6).

Dios se le había aparecido a Abram (como se lo llamaba entonces) y le dijo: "No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande" (Génesis 15:1). Dios también le prometió a Abram que sería sepultado en "buena vejez" (ver el versículo 15). ¡Y hay más! Además, Dios se comprometió a que, quien intentara dañar o maldecir a Abram sería maldecido (ver Génesis 12:3).

Amados, estas son promesas increíbles: de protección, de larga vida, de intervención celestial. Y Dios le dijo estas cosas a Abram personalmente. Este piadoso y creyente siervo de Dios fue visitado por el Señor mismo y le fue prometida una protección personal y una larga vida sin temor a sufrir daños. ¡Y Abram creyó a Dios! Confiaba en que el Señor lo guardaría, lo protegería y lo cubriría de todo peligro.

Tú recuerdas la historia desde este punto. Abram dejó su tierra por mandato de Dios, totalmente por fe. Dios le dijo: “Dondequiera que pongas tu pie, será tu tierra”. A medida que continuamos el viaje de Abram, vemos que cometió algunos errores en el camino. Recordarás que fue a Egipto (¡un error!) y luego mintió sobre su bella esposa Sarai, diciéndole a la gente que era su hermana porque temía que se la robaran. Lo cual, de hecho, sucedió cuando Faraón la llevó a su casa por un tiempo. Esta situación se rectificó rápidamente cuando Dios intervino y ningún daño le aconteció a ella (ver este relato en Génesis 12).

El plan maestro de Dios para Abram prevaleció a pesar de su momentánea falta de fe y sus fracasos miserables. Del mismo modo, lo que Dios determine para tu vida no se puede detener si tan sólo pones tu vida en sus manos. Él es fiel con respecto a sus promesas, incluso cuando nosotros no lo somos.