Un Deseo Creciente de ser Santo

Jim Cymbala

Ya no se predica mucho sobre la vida santa y apartada, porque tememos que pueda ofender y que no sea amigable para con los visitantes. Pero cuando el Espíritu comienza su obra, siempre tendremos un nuevo deseo de santidad y una búsqueda de la semejanza de Cristo. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;  sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:14-16).

La palabra santo habla de separación y pureza. Debe ser importante para Dios, porque él nos dice que “…la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). La santidad no es una lista de lo que se debe y no se debe hacer; más bien, es semejanza a Cristo. A medida que el Espíritu obra, tendremos un mayor deseo de ser santos como Cristo. ¿Qué más haría el Espíritu Santo sino impartir su propia naturaleza en nuestras vidas?

Una vez que confiamos en Cristo para la salvación, Dios comenzará a formarnos y moldearnos. Muchos experimentan un cambio radical cuando llegan a conocer a Cristo, pero con el tiempo se desarrolla una batalla entre la carne y el Espíritu. El apóstol Pablo escribió: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:17). Pablo estaba escribiendo a los santos en Galacia, pero el reconocía que ellos, así como él, tenían que vencer una inercia carnal desde el interior  que se oponía a los propósitos del Espíritu.

Pablo no fue el único que advirtió sobre las prácticas pecaminosas en la vida de los creyentes. Juan nos recordó esta verdad: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). La intención de Juan era clara: inspirar al pueblo de Dios a no practicar la injusticia sino a practicar la vida cristiana. El Espíritu Santo nos trae nueva sensibilidad y convicción si realmente estamos viviendo bajo su control. El comportamiento, las palabras y las actitudes que no son santas causan una reacción del Espíritu, que es santo.

Cuando rindes tu vida a Cristo, el Espíritu Santo enviará amorosamente advertencias, señales y alertas rojas para que sigas su ejemplo. 

Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.