Un Corazón Capaz de Incredulidad

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando los hijos de Israel fueron liberados de Egipto y cruzaron el Mar Rojo, su fe estaba en su punto más alto. Cantaron, danzaron y gritaron las alabanzas de Dios por revelar su poderoso brazo de liberación. “Jehová es mi fortaleza y mi cántico... Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder... Jehová reinará eternamente y para siempre” (Éxodo 15:2, 6, 18).

Pero los israelitas pronto olvidaron sus obras y se apartaron de su guía. Volvieron a la duda y la incredulidad, y el Padre celestial se mostró incrédulo. “Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel, y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?” (Números 14:10-11). ¡Qué clamor tan profundo del corazón de Dios!: “¿Qué tengo que hacer para hallar un pueblo que confíe plenamente en mí?”

Al igual que en el día de Moisés, el pueblo de Dios hoy avanza ciegamente en incredulidad, aparentemente creyendo que la gracia de Dios los exime de la pena del pecado. Pero la Palabra deja claro que incluso los seguidores de Cristo pueden poseer un corazón capaz de incredulidad: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3:12). Esto no se está refiriendo a los degenerados; está hablando a los creyentes. “Hermanos, tengan cuidado, porque podrían tener un corazón de incredulidad, ¡en ustedes!”

Las Escrituras dicen: “Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” (3:14). Algunas personas del pueblo de Dios hoy están perdiendo la confianza inquebrantable que alguna vez tuvieron, debido a las severas pruebas. Jesús advirtió sobre las ardientes pruebas de fe que precederían inmediatamente a su venida pero no caigas en el temor y la incredulidad.

“Vuestra fe, [es] mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego” (1 Pedro 1:7). Aunque pasarás por pruebas, no permitas que tu fe sea disminuida por el fuego. En lugar de ello, permite que tu fe sea purificada. Para ser hecho santo. Soporta las dificultades temporales a cambio de una bendición eterna. ¡El Dios al que sirves te ama y puedes confiar en que te llevará a través de cualquier prueba!