SANA ESTA ALMA ATRIBULADA

David Wilkerson (1931-2011)

Un pastor joven me llamó, a punto de dejar el ministerio. El Señor lo había estado usando de una manera maravillosa, pero ahora estaba desanimado, sintiéndose inútil, inservible, sin utilidad en absoluto para Dios. Cuando me llamó, él estaba devastado por algunas decisiones que había tomado e indicó que estaba a punto de darse por vencido. Estaba enojado con Dios y cuando hablaba conmigo, sentía que él esperaba que yo estuviera enojado con él. Pero él estaba tan quebrantado y abatido que sólo sentí el amor y la compasión de Dios por él.

No sermoneé a este joven pastor ni lo reprendí. En cambio, oré en silencio: “Querido Señor, ¿qué puedo decirle a este hombre que pueda sanar su alma atribulada? ¿Qué tienes tú para él? ¿Qué consuelo de tu Espíritu, de tu Palabra?”

El Señor me impresionó: “Envíalo al Salmo 107”. Más tarde descubrí que este salmo ha sido llamado “el banquete de amor del Antiguo Testamento”. Es uno de los pasajes más alentadores en toda la Palabra de Dios y está dirigido especialmente a aquellos que necesitan perdón, liberación, restauración. El versículo final promete al lector una comprensión de quién es verdaderamente Dios:

“¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?” (107:43).

Dios está diciendo: “Observa, lee, estudia este salmo y se te dará una comprensión completa de mi paciencia y misericordia”. Creo que, al estudiar todo este salmo, recibirás una revelación del gran amor de Dios, incluso hacia los rebeldes y los desobedientes. Verás, es una promesa, una prueba de que Dios nunca abandonará a ninguno de sus hijos, sin importar cuán bajo se hayan hundido.

Considera cuánto amas a tu propio hijo. ¿Hay algo que aquel precioso hijo pudiera hacer que haría que tú lo rechaces? ¡Cuánto más el Padre celestial ama a los suyos y extiende el amor y el perdón! Su oído está siempre atento a nuestro clamor.