Reposo Para Tu Alma Atribulada

David Wilkerson (1931-2011)

Si alguna vez amaste y seguiste a Jesús de verdad, pero ahora estás frío e indiferente, el Espíritu Santo te está hablando y te invita a volver a los brazos misericordiosos de Cristo. Por favor escuche lo que el Espíritu Santo está diciendo: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que dice el Espíritu” (ver Apocalipsis 2:7).

La frialdad espiritual conduce a la dureza de corazón. Pablo se refiere a esto cuando dice que antes del regreso de Cristo: “[Aquél día] no vendrá sin que antes venga la apostasía” (2 Tesalonicenses 2:3). Aquellos que “no recibieron el amor de la verdad” (2:10) caerán bajo un gran engaño; creerán mentiras en lugar de la verdad.

Hebreos ofrece esta advertencia: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3:12-13).

Esta generación actual ha perdido el temor de él y cuando ya no hay temor de Dios en la tierra, lo que sigue es la destrucción. La Escritura habla una y otra vez del temor de Dios: “Teme a Jehová, y apártate del mal” (Proverbios 3:7). “El temor de Jehová es aborrecer el mal” (8:13). “Con misericordia y verdad se corrige el pecado, Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal” (16:6).

Se nos ha dado una gran esperanza. Aquí está la invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).

El mundo puede echar a un lado la Biblia y rechazar al verdadero Jesús, el propio Hijo de Dios. El mundo puede incluso negar que existe un cielo o un infierno. Pero el mismo Jesús dijo que después de la muerte habrá un día de juicio. El Espíritu Santo nos está llamando a despertar y entregar todo a Jesús, ¡ahora, hoy!

Tú perteneces a Jesús y él tiene un derecho sobre ti. Te insto hoy, ahora mismo, a que vengas a él y encuentres reposo para tu alma atribulada. Dios promete acercarse a ti.

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