RAZÓN SUFICIENTE PARA REGOCIJARSE

David Wilkerson (1931-2011)

Pablo dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Pablo nos está diciendo, en esencia, que “todos los que siguen a Jesús son bendecidos con bendiciones espirituales en los lugares celestiales, donde está Cristo” ¡Qué increíble bendición!

Pablo escribió esta epístola a “los fieles en Cristo Jesús” (1:1), creyentes que estaban seguros de su salvación. Los efesios habían sido bien enseñados en el evangelio de Jesucristo y la esperanza de la vida eterna. Ellos sabían quiénes eran en Cristo y estaban seguros de su posición celestial en él. Ellos comprendían perfectamente que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos y lo había sentado a la diestra del Padre (1:20); sabían que habían sido escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo (1:4); y comprendían que habían sido adoptados por medio de Jesucristo (1:5).

Cuando los efesios escucharon la palabra de verdad, creyeron y confiaron en ella. De hecho, se basaron en la verdad de que ellos fueron creados para estar sentados “en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (2:6). En otras palabras, habían sido bien enseñados en la sana doctrina y sabían cómo entrar en el gozo de las promesas de Dios. Yo confío en que ustedes sean como esos efesios: creyentes fieles y bien enseñados, que aceptan la victoria que viene sólo por la fe y no por las obras.

Puede que no te sientas como si estuvieras en un “lugar celestial”, pero en el momento en que depositaste tu confianza en Jesús, él vino e hizo su morada en tu corazón. Pablo nos dice que Dios nos ha hecho sentar juntamente con Cristo “para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (2:7). Él está enfatizando que el efecto que veremos en nuestra vida diaria es la bondad amorosa y cálida de Dios. Por lo tanto, podemos despertar gritando: “¡Aleluya! Dios, Cristo y el Espíritu Santo quieren estar cerca de mí” ¡Esa es ciertamente una razón para regocijarse!