QUEBRANTADO, PERO AMADO PROFUNDAMENTE POR DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

Para mí, una de las personas más interesantes en el Antiguo Testamento es Jacob, un hombre engañador y manipulador. Sin embargo, Dios amó entrañablemente a este hombre.

Jacob había engañado a su hermano mellizo Esaú por su primogenitura y le había robado la bendición de su padre, Isaac, una bendición que le pertenecía a Esaú. Cuando Esaú supo lo que Jacob había hecho, estaba decidido a matar a su hermano y eso desencadenó una larga guerra entre ellos. Pero a pesar de eso, el Señor trajo a Jacob a la bendición del pacto de su abuelo, Abraham, y su padre, Isaac (ver Génesis 28:14). Entonces Dios añadió estas maravillosas bendiciones: “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (28:15).

Dios realmente le dijo: “Yo nunca te dejaré, Jacob; y nunca podrás hacer un movimiento en el que yo no esté involucrado. Mis propósitos se cumplirán en ti, ¡sin importas qué!”

¡Qué promesa! Es difícil para mí encontrar algo de fe, bondad o gracia en Jacob, entonces, ¿cómo podría ser él el patriarca del pacto del propósito eterno de Dios? En realidad, quisiera preguntarle al Señor: “¿Qué viste en este hombre? Tú eres santo y justo; y no apruebas el tipo de cosas que él hizo. Entonces, ¿por qué no lo corregiste en lugar de bendecirlo después de haber robado y engañado?”

Dios vio algo en el corazón de Jacob que hizo brotar su gran amor y un deseo de bendecirlo. Leemos: “Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu” (Isaías 57:15); y Dios sabía que Jacob tenía un espíritu arrepentido y quebrantado.

Hemos oído que los humanos se fijan en la apariencia externa, pero Dios siempre mira el corazón. Él sabía que algo en el corazón de Jacob estaba dispuesto a ser cambiado.

¡Y eso es exactamente lo que Dios está buscando en nosotros!