PREPARADOS PARA LOS DÍAS VENIDEROS

David Wilkerson (1931-2011)

“El día del Señor vendrá como ladrón en la noche [repentinamente]” (2 Pedro 3:10). Dios usa siervos fieles, a veces en los púlpitos nacionales y otras veces atalayas ocultos, humildes y desconocidos, para pronunciar sus palabras de advertencia. Sólo aquellos que no están enamorados de este mundo y anhelan la venida del Señor oirán este mensaje timbrando en sus corazones.

Dios advierte a sus fieles para que cuando ocurra un desastre repentino, no sean barridos por el miedo. Cuando ocurran eventos terribles, el pueblo de Dios debe saber que lo que suceda no es un accidente o un acto aleatorio. Deben tener la paz de Cristo en sus corazones, sabiendo que nuestro Dios todavía es el amo del universo. No entrarán en pánico cuando los corazones de otros hombres estén desmayando por temor a todas las cosas espantosas que ven venir sobre la tierra.

Pedro continúa diciendo: “Los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (3:10).

¿A quién está dirigiendo el apóstol Pedro estas palabras? La respuesta se encuentra en 2 Pedro 3:1: “Amados, esta es la segunda carta que os escribo”. Se está dirigiendo al remanente fiel de los creyentes. Cada vez que escuchamos palabras como las de Pedro, nuestra primera respuesta es retraernos. “Hay demasiadas malas noticias hoy. ¿Por qué tenemos que escuchar este mensaje ahora? ¿Por qué no simplemente dejamos que sucedan?”. Pero Pedro tenía una razón: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” (3:11).

A la luz de la repentina disolución de todas las cosas, las personas amadas de Dios deben examinar su propio comportamiento. Aquellos que buscan el cumplimiento de la profecía bíblica deben ser conformados a la imagen de Cristo, en conducta, en conversación y en pensamiento. No te equivoques, el fuego se acerca. Y por esa razón, debemos procurar “con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (3:14).