PODER DE LO ALTO

Gary Wilkerson

Llega un momento en la vida de cada creyente, cuando el Espíritu tiene que moverse de una manera que es externa a nosotros. Lo necesitamos para hacer el trabajo que se necesita: Hablar, tocar, liberar. Eso es exactamente lo que sucedió cuando los discípulos no pudieron echar fuera un demonio de una persona que sufría. Jesús les dijo: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” (ver Marcos 9:29). En otras palabras, se requiere una completa dependencia de Dios. Tenemos que decir: “No puedo hacer esto en mi propia fuerza. Se necesita la fuerza de Dios”.

Si tu matrimonio se está desmoronando, es necesaria una palabra viva de Dios, que esté revestida de poder, no simplemente una palabra teológica.

Las iglesias no valen ni un centavo si no están revestidas de poder. No importa cuántos ancianos estén llamados para aconsejar. Una decisión clara puede ser tomada por una o dos personas que estén revestidas de poder. Todo esto requiere que pasemos tiempo de rodillas, esperando y confiando que Dios va a suplir la necesidad con su inigualable poder. ¡Y Él se deleita con nosotros! Jesús les dijo a los discípulos: “Yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros” (Lucas 24:49). Esta promesa no viene por nada que hagamos, sino por la gracia de nuestro Padre amoroso.

Te digo algo, cuando viene su poder, no hay nada como éste. No sólo tomamos conciencia del Espíritu en nosotros, sino que todos alrededor la toman también. Una presencia gloriosa desciende y todos saben que están en tierra santa. 

Los discípulos necesitaban oración y ayuno, tan sólo para echar fuera a un demonio. Nosotros lo necesitamos para enfrentar a toda una cultura perversa. El cambio vendrá sólo a través del poder que viene de lo alto. Para ello, se requiere un pueblo que no sólo esté lleno del Espíritu, permanezca en el Espíritu y camine en el Espíritu; sino que además, espere fielmente en el Espíritu para ser revestido de poder por él.