PLENAMENTE CONVENCIDO

David Wilkerson

Abraham no tambaleó en su fe. Más bien, él estaba “plenamente convencido de que [Dios] era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:21). El reconocía que Dios es capaz de trabajar con nada. Verdaderamente, nuestro Señor crea de la nada. Considera el relato de Génesis: Dios creó el mundo de la nada. Con una sola palabra, él crea. Y él puede crear milagros para nosotros, de la nada.

Cuando todo lo demás falla – cuando todos tus planes y esquemas han fallado – ése es el momento de entregar todo a Dios. Es el tiempo que abandones toda tu confianza en encontrar liberación en otro lado. Entonces, cuando estás listo para creer, debes ver a Dios no como un alfarero que necesita arcilla, sino como a un Creador que puede trabajar con nada, nada que sea de este mundo o de sus materiales, Dios trabajará de maneras que nunca podrías haber concebido.

¿Cuán serio es Dios en cuanto a que le creamos cuando enfrentamos lo imposible?

Encontramos la respuesta a esta pregunta en la historia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Zacarías fue visitado por un ángel quien le dijo que su esposa, Elizabet, daría a luz a un niño especial. Pero Zacarías – quien estaba avanzado en años, como Abraham – rehusó creerlo. La sola promesa de Dios no fue suficiente para él.

 Zacarías le respondió al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada” (Lucas 1:18). En palabras simples, Zacarías consideró las imposibilidades. Él estaba diciendo: “Eso no es posible. Tienes que probarme que esto sucederá”. No le parecía razonable.

Las dudas de Zacarías desagradaron al Señor. El ángel le dijo: “Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo” (1:20).

El mensaje es claro: Dios espera que le creamos cuando habla. De igual manera, Pedro escribe: “De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (1 Pedro 4:19, énfasis añadido)