Este es tu año de liberación

Considera el gran testimonio del rey David: "El Señor es mi roca y mi fortaleza y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré" (2°Samuel 22:2-3). Él dijo dijo de los piadosos: "No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en el Señor" (Salmo 112:7).

La Biblia aclara que tristemente solo un pequeño porcentaje del pueblo de Dios en todas las edades ha confiado realmente en él como su libertador. Si miras al rededor los creyentes de hoy, ¿cuántos puedes ver viviendo en esa pacífica confianza?

Dios libertó a Israel una y otra vez durante su viaje por el terrible desierto. Sin embargo, a pesar de todas esas grandes liberaciones que habían experimentado, Israel nunca llegó a establecer su confianza en el Señor. Moisés les advirtió: "Y en el desierto has visto que el Señor tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar" (Deuteronomio 1:31). Él estaba recordándole a Israel "Dios los ha protegido de las plagas, los trajo a través del candente desierto, abrió el mar para que lo cruzaran a pie. Él los llevó con una columna de fuego y de nubes y los alimentó con comida del cielo y agua de la roca. Hasta este momento, Dios nunca les ha fallado. ¿Por qué no confían en que él los librará? ¿Cuántos milagros necesita realizar?

Puedes sentirte tentado a juzgar a los Israelitas. Pero en realidad, muchos de nosotros reaccionamos de la misma manera cuando enfrentamos una crisis. Nos preguntamos por qué Dios lo permitió y cómo sobreviviremos. Cuando esto ocurre, nuestro pecado es mayor que el de Israel por que hemos tenido miles de años de testimonios sobre la fidelidad de Dios. Moisés podría estar delante de la iglesia y decir: "Y aun con esto no creísteis al Señor vuestro Dios, quien iba delante de vosotros por el camino..." (1:32-33).

Dios no toma a la ligera nuestra falta de voluntad para confiar en él como nuestro libertador. Tú puedes objetar: "Dios sabe que soy débil. Él entiende por qué me quejo a veces" Sin embargo, Dios tiene una respuesta específica para los que no creyeron en él: "Y oyó el Señor la voz de vuestras palabras, y se enojó, y juró diciendo: no verá hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra... excepto Caleb... (y) Josué" (Deuteronomio 1:34-36, 38).

Solo Josué y Caleb estaban dispuestos a cruzar a la tierra prometida, creyendo que el Señor les daría la victoria. Dios le dijo al resto de la gente: "No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre vosotros; para que no seáis derrotados por vuestros enemigos" (1:42). En resumen: "Si no confiarán en mí, ni siquiera intenten luchar contra el enemigo. Serán derrotados por ellos"

Este versículo explica por qué tantos cristianos hoy en día van de derrota en derrota. Dios les ha mostrado liberación tras liberación. Pero el enemigo ha conseguido ventaja en sus vidas. ¿Cómo? Ellos aún no confían verdaderamente en Dios. Como resultado, el diablo es capaz de atraerlos mental y emocionalmente debido a que sus corazones no se han establecido en la fidelidad de su libertador.

Quizá esto te describe. Tal vez te despiertas en la noche inquieto por las preocupaciones de la vida. Como los israelitas, te dices a ti mismo: "tengo derecho a estar desalentado. ¡El futuro parece tan desalentador!" Pero esa incredulidad abre la puerta al enemigo para conquistar tu fortaleza: "Y aconteció que después que murieron todos los hombres de guerra de entre el pueblo" (2:16).

Puedes pensar "de qué clase de Dios estás hablando? Esa es la ley del antiguo testamento. Dios no es duro con los incrédulos que están bajo la gracia". No es así. En el nuevo testamento, el escritor de Hebreos nos da esta advertencia; "Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como ...en el desierto...  A causa de lo cual me disgusté contra esa generación... Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo" (Hebreos 3:7-8, 10, 12).

La Biblia es muy clara para los creyentes del nuevo pacto diciendo: "La incredulidad es alejamiento de Dios". Aquí está el versículo clave en el mismo pasaje: "Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado" (Hebreos 3:19, 4:1). Cuando tú ignoras a Dios como tu libertador, solo cavas más profundo en tus problemas.

Te preguntas cómo algunos son capaces de mantener el gozo en medio de grandes pruebas?

Algunos creyentes nunca parecen preocupados. Nunca se quejan. En vez de eso, siempre están felices y tranquilos, incluso mientras pasan por grandes sufrimientos. Entonces ¿ellos son ingenuos? ¿son simplemente afables u optimistas? No del todo. Ellos tienen paz porque en sus corazones ellos están adorando a Dios. Ellos se han comprometido por completo con el Padre y confían plenamente en él

David nos dice: "En mi angustia invoqué al Señor, y clamé a mi Dios; él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos... Me libró, porque se agradó de mí" (2°Samuel 22:7, 20). Al leer estas palabras aquí, me golpean fuerte. El significado aquí es: "Dios se deleita en rescatarme. Le da un gran placer cuando confío en que él me sacará de mi problema".

Tú puedes creer que tan solo si oras varias horas al día, o lees muchas páginas de la Biblia, Dios se agradará de ti. Esto no es lo que dicen las Escrituras. Si le diste tu corazón a Jesús, él se deleita en ti. "Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado" (Juan 6:29). De hecho, hay una bendición de alegría para todos aquellos que dejan su ansiedad en el Señor: "...el que confía en Jehová es bienaventurado" (Proverbios 16:20). Este tipo de alegría viene solo de un conocimiento sólido de que tu confianza pone en movimiento todo el poder liberador de Dios.

Algunos cristianos todavía necesitan librarse del único pecado que aún los asedia. "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (Hebreos 12:1). ¿Qué es lo que sigue apareciéndote año tras año? Tú amas a Dios pero algo se interpone en tu camino de crecimiento y madurez en el Señor. ¿Es un temperamento incontrolable? ¿Sientes enojo contra tu cónyuge o tus hijos?

Te diré que no solo es tu carne la que te lleva como un tren sin control. Es una urgencia, una impetuosa inundación que viene desde las profundidades del infierno: "Cruel es la ira, e impetuoso el furor" (Proverbios 27:4). Tu puedes hacer el bien por un mes o dos. Tu familia puede perdonarte y pensar que todo está OK. Entonces, de pronto, te ves superado nuevamente por tu carne.

O tal vez tu batalla no es con la ira sino con los celos. Noche y día estás lleno de envidia. Los celos en la vida de un creyente son una de las más engañosas y destructivas herramientas del enemigo. Dios llama a los celosos como "furor" (Proverbios 6:34). Esto sugiere una "enfermedad de locura", una incontrolable tormenta interna. La llama que alimenta los celos quema las relaciones. Contrario a o que puedas pensar, los celos no son "amor a la defensiva" o "amor verdadero pero lastimado". Las Escrituras dicen lo contrario, que el amor "no tiene envidia" - o  "no es celoso" según la versión New American Standard Bible citada por el escritor. Nota del traductor.

¿Qué son los celos entonces? Es lo opuesto a la confianza. Los celos son un trabajo del infierno, no de los cielos. "Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa" (Santiago 3:16). "La envidia es carcoma de los huesos" (Proverbios 14:30). Los celos son una raíz de pasiones oculta en lo profundo de nuestro ser. Nos llevar a acusar a otros de cosas que sabemos que nosotros también somos capaces de hacer. Los celos revelan una actitud de "No me fío de mí mismo, por lo tanto, tampoco me fío de los demás".

Si no se trata el problema de los celos, te conducirán a una actividad demoníaca. Pablo dice que quienes fueron entregados a una mente reprobada están "llenos de envidia" (Romanos 1:29). En efecto, los celos dan a luz las mismas cosas que temen: fornicación, adulterio y lujuria.

Sencillamente no podemos librarnos de los celos hasta que los reconozcamos como el pecado mortal que son. Tenemos que estar dispuestos a confesar "Sí, estoy celoso de fulano de tal" Y al mismo tiempo, debemos creer que "Mi Dios es un libertador. Él tiene todo el poder para librarme y guardarme de la envidia".

¿Cómo comenzamos el proceso para ser liberados de la ira o los celos? El primer paso es reconocer que nuestra confianza no está en las otras personas. En lugar de ello, nuestra confianza está en Cristo que habita en las otras personas. Por lo tanto, nuestro bienestar no depende de nuestro cónyuge sino de Jesús. Cristo nos está diciendo: "Yo soy el responsable del cuidado de tu cónyuge. Si yo no puedo cuidarlo, ¿cómo podrías hacerlo tú? Encomiéndalo a él o ella a mí que yo lo cuidaré.

Hay un temor dominante hoy en día en el pueblo de Dios del cual debemos ser liberados: el temor financiero.

Si "el temor atormenta", entonces este es uno de los más tormentosos temores trabajando en el mundo hoy en día. Todos nos enfrentamos a muchos "Que pasaría si..." ¿Qué pasa si pierdo mi trabajo? ¿Qué pasaría si no puedo pagar mis cuentas? ¿Donde viviré y qué comeré? ¿Cómo haré para que mis hijos estén bien?

Jesús dijo: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? ...vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:31-33).

Considera la situación con la que comencé: los hijos de Israel en el desierto. Alrededor de un millón de hombres junto con dos millones de mujeres, niños y ancianos, estaban en un desierto seco.

No había un supermercado en miles de kilómetros. Los bebes tenían hambre, los niños lloraban, los abuelos se estaban debilitando. No había nada más que sol, arena y viento al rededor de ellos y ningún medio de subsistencia.

Entonces, ¿fue Moisés un loco cuando los llevó a un desierto como ese? Es lo que le acusaba el pueblo. Y tendría que ser también lo que pensaba el Faraón de Egipto. Pero ¿le falló Dios a Israel en el desierto? No, él los liberó en forma sobrenatural. Él envió alimento angelical en forma milagrosa, agua milagrosa de la roca, una guía milagrosa, una protección milagrosa.

Ahora puedes preguntarte: ¿Cómo nos alimentará Dios si la bolsa de valores cae? Recuerda, nuestro Dios no está limitado por lo que pase en Wall Street o en la India o en China. Él solo mira nuestros corazones y pregunta: "¿Puedes creer que soy tu libertador? ¿Confiarás en mí para librarte y acompañarte?

No importa si la economía entera se derrumba. Dios promete: "No mendigarás pan" Si él tiene que causar que se descomponga un camión de patatas afuera de tu casa, él se las arreglará para proveerte. Lo hizo con el antiguo Israel, milagrosamente, y por cierto lo hará por su pueblo hoy.

¿Hay algo de lo que necesites ser liberado? Entonces eleva esta oración: "Señor, me comprometo contigo a que serás mi único libertador. Sé que toda provisión proviene de ti. No importa el recipiente en que pueda venir, tú eres la única fuente. Yo quiero permanecer en esta confianza, no sólo como una doctrina sino con todo mi corazón.

Este es tu año de liberación - para poner todo tu futuro en las manos de Dios. Confía que él escuchará tu oración y proveerá todo lo que necesitas en tus tiempos difíciles. Él te librará!