Dios está haciendo algo nuevo en Su Iglesia

¿Cuán frecuentemente has escuchado decir a los Cristianos, “Dios está haciendo algo nuevo en la Iglesia”? Lo “nuevo” a lo que ellos se refieren pueden llamarlo avivamiento, un fluir del Espíritu, una visitación o un mover de Dios. Aunque muchas veces lo que describen como “nuevo” desaparece rápidamente. Y una vez que se ha perdido, no puede ser hallado otra vez. De esta forma, se prueba que no había sido un mover de Dios de ninguna manera. De hecho, sociólogos Cristianos han monitoreado muchos de estas denominadas visitaciones. Ellos han descubierto que el promedio de alcance de un evento así es cerca de cinco años.

Personalmente, creo que Dios está haciendo algo nuevo en Su iglesia hoy. Aunque este gran mover del Espíritu no se manifiesta en un solo sitio. Es algo que está sucediendo alrededor de todo el mundo, por lo que no tienes que viajar muy lejos para contemplarlo. En efecto, “lo nuevo” que Dios está haciendo puede estar tan cerca como la Iglesia más próxima.

Hay un principio bíblico que gobierna cada verdadero mover de Dios. Encontramos este principio en acción una y otra vez en ambos Testamentos. Ha sido probado a través de los siglos de la historia de la Iglesia. El principio es este: Dios no comenzará algo nuevo en Su Iglesia hasta que no acabe con lo viejo. Como Jesús lo presentó, el Padre no pondrá vino nuevo en odres viejos.

¿Por qué sucede esto? Se debe a que Dios tiene una controversia con las cosas viejas en Su Iglesia. Con cada nueva obra que Él levanta, sólo unas pocas generaciones continúan antes de que la apatía y la hipocresía comiencen a entremeterse. Pronto el Pueblo de Dios se ha convertido en un grupo de personas idólatras con corazones corruptos que se dirigen hacia la caída.

Este ciclo se ha repetido a través de toda la historia de la Iglesia. Casi siempre esto se debe a que el ministerio llega a ser guiado por la carne. La pasión ardiente que dio origen a la obra comienza a desvanecerse, y a través del tiempo el Ministerio se convierte en una institución humana. La rutina sin vida se apodera de todo. Los que alguna vez fueron ministros que oraban, ahora confían en organizaciones y en habilidades carnales para mantener la obra en marcha.

En algún momento, éstos líderes confiaron en Dios y Él les hablaba a ellos. Pero en cierto momento ellos abandonaron el servicio y lo cambiaron por políticas. Ahora en vez de ministrar, compiten por poder, prestigio y por aumentar el número de personas que acuden a sus iglesias. Tristemente, sus ministerios han llegado a ser una memoria desteñida de lo que Dios hizo una vez en poder y en verdad.

El Señor respondió a esta clase de tergiversación del Evangelio en los tiempos de Jeremías. Él envió al profeta a la puerta del templo a proclamar una palabra devastadora: “Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar” (Jeremías 7:3). En otras palabras: “Esta obra se ha corrompido, y ahora la muerte está a la puerta. Pero todavía hay tiempo para la salvación. No quiero marcharme de aquí. Quiero permanecer contigo y moverme en medio tuyo. Pero para que eso suceda, tienes que arrepentirte. Debes volver a tu primer amor.”

Dios escuchó al pueblo vociferando, “Dios no puede destruir el templo. Él nunca abandonará lo que Él estableció aquí.” Pero el Señor respondió, “No fieis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este” (Jeremías 7:4). Él estaba diciendo, en esencia, “¿Qué pasa con tus corrupciones, tu adulterio desenfrenado? Juras falsamente, te inclinas ante ídolos y has convertido mi casa en cueva de ladrones. Te envié profetas para advertirte pero no quisiste escuchar.”

Él finaliza con esto: “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré” (Jeremías 7:16). En pocas palabras: “No Me molesten orando por esta obra antigua. Se ha terminado, está muerta y ha desaparecido, lejos de toda esperanza de revivir. Tengo algo en mente totalmente nuevo. Y tú no me representarás ya más. Tendré un pueblo que me representará ante el mundo como Yo soy verdaderamente.”

¿Podría disponer Dios de una obra antigua en los tiempos del Nuevo Testamento de la misma manera que lo hizo en el Antiguo Testamento?

Si, Él lo haría. Jesús se puso de pie en el templo e invitó a todos a venir bajo Sus alas misericordiosas de protección. Él llamó a los ciegos, a los enfermos, a los leprosos, a los pobres, a los perdidos, a todos los que quisieran venir y encontrar sanidad y perdón. Pero la multitud religiosa rechazó Su oferta. Cristo les testificó, “Ustedes no quisieron” (Mateo 23:27). Les responde a aquellos que le rechazaron diciéndoles, “He aquí, su casa les es dejada desierta” (Mateo 23:28). Él les dijo, “Ésta ahora es su casa, no Mi casa. Yo Me voy. Y es dejada para ustedes sin ningún provecho y desierta.”

Jesús añadió, “Porque les digo que desde ahora no me verán, hasta que digan: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39). Él les estaba declarando a ellos, “Mi gloria no está más en esta obra antigua. Ahora la he rechazado. Y lo que queda de sus vidas religiosas será guiado sin la presencia de Dios. He vuelto esta obra antigua sobre su naturaleza carnal.”

Los discípulos no podían creer las palabras de Jesús. Ellos le sugirieron, “Maestro, mira la magnificencia del templo, las estructuras asombrosas. Considera su historia, los siglos de tradición. Esto jamás podría ser reducido a ruinas. ¿Estás diciendo que se ha terminado?” Jesús respondió, “Si, se ha terminado. Esta antigua obra finalizó, está muerta. Voy a hacer algo nuevo.”

Piensa en esto: Aquí está de pie la misericordia y la gracia encarnada diciendo, “Esta cosa antigua no es mía y no será mía. Ahora mismo la estoy dejando completamente desolada. No tiene absolutamente ninguna posibilidad de ser revivida.” Pero Cristo se movió hacia Pentecostés, al comienzo de algo nuevo. Estaba a punto de levantar una nueva Iglesia, no una réplica de la antigua. Y Él la haría totalmente nueva desde sus bases. Sería una iglesia de nuevos sacerdotes y un pueblo nuevo, todos nacidos de nuevo en Él.

Mientras tanto, la antigua obra no terminaría nunca. Multitudes seguirían viniendo al templo a observar sus rituales muertos. Los líderes seguirían robándole a los pobres, los adúlteros seguirían pecando por su propia voluntad y el pueblo caería en la idolatría. Cada día, la antigua obra seguiría cada vez más seca y débil. ¿Por qué la presencia de Dios no estaba allí más?

Esto nos lleva a la situación de la Iglesia de hoy en día. Déjame preguntarte lo siguiente: ¿Lo que ves en la Iglesia hoy representa quien es Jesús? Considera todas las denominaciones y movimientos, todo lo que está asociado al nombre de Jesús. ¿lo que vemos es realmente la Iglesia triunfante, la novia sin mancha de Cristo? ¿Le revela esto a un mundo perdido la verdadera naturaleza de Dios? ¿Es esto lo mejor que el Espíritu de Dios puede producir en estos últimos días?

El ídolo número uno entre el pueblo de Dios no es el adulterio o la pornografía. Es un deseo desenfrenado mucho más poderoso: una ambiciosa motivación por ser exitoso en la vida. Y tiene una doctrina para justificarse. Muchos en la casa de Dios son honestos, moralmente se consideran puros y están llenos de buenas obras. Pero han establecido un ídolo de ambición en sus corazones y no puede ser removido de ahí.

Trágicamente, este fue el mismo espíritu que motivó a Baal y Moloc: el deseo de prosperar y ser exitoso. Hoy en día este espíritu ha contaminado el Evangelio de Jesucristo a nivel mundial. Se presenta asimismo como un espíritu de bendición, pero es una perversión de la verdadera bendición que Dios desea para Su Iglesia. Y está haciendo naufragar la fe de millones de personas.

Esta no es la Iglesia que Jesucristo viene a tomar como Su novia. ¿Se ha convertido la Iglesia moderna en la antigua obra de la que venimos hablando? ¿Se ha contaminado a tal punto que está al borde de ser reemplazada por alguna obra nueva? En pocas palabras, ¿hará Dios un cambio por última vez antes que regrese Jesús? ¿Abandonará Él la Iglesia que se ha corrompido y levantará al final una Iglesia gloriosa?

Si, yo creo que lo hará. Isaías dice, “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y Yo anuncio cosas nuevas, antes que salgan a la luz, Yo se las haré saber” (Isaías 42:9). La institución materialista, guiada por la carne se ha vuelto antigua y corrupta. Y jóvenes pastores alrededor de todo el mundo han sentido esto. Se han hartado de la antigua obra con sus disputas y peleas denominacionales. No quieren tener nada que ver con eso. Ellos rechazan lo que los lleve a la grandeza y a ser notados por otros. En lugar de eso, ellos se están volviendo a la centralidad de Cristo, volviendo a buscar a Dios, volviéndose a tener hambre por la verdad. Y ellos pueden sentir un fresco y nuevo trabajo en el aire.

¿Cuál es la nueva obra que Dios está haciendo en Su Iglesia?

Ahora mismo, Dios está levantando ministros y personas que esperarán en Su verdadera bendición. Esta bendición ha sido mal representada y profanada por la Iglesia moderna. Y ahora El Señor desea renovarla para el pueblo que Él está llamando.

Dios primero reveló Su bendición a Moisés: “Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendecirán a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti Su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré” (Números 6:22-27).

Dios está declarando, “Esta es la forma en que bendeciré a Mi pueblo.” Esto implica, “ Hay una sola fórmula para Mi bendición. Está definida en esta manera única que ya está prescrita. Todos los otros métodos de bendición son inaceptables para Mí.” La bendición que Él le describe a Moisés se divide en tres partes:

1. “El Señor te bendiga, y te guarde” (Números 6:24).. Esto habla del poder guardador de Cristo. Es el comienzo de todas las bendiciones: el conocimiento de que somos guardados por Cristo mismo. Armados con tal conocimiento, ya no andamos con mieo a caer. Dios mantendrá tomado de la mano a Su pueblo en los últimos días con las promesas de Su pacto para darles un temor santo, remover sus corazones de piedra y darles un nuevo corazón. Ellos confían en que Dios los guardará completamente de caer: “Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmos 32:2).

2. ““El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia” (Números 6:25). Esto describe a una iglesia con una conciencia limpia, no una con conciencia cauterizada. Después de todo, Dios no puede mostrar Su “rostro” -esto es, la gloria de Su gracia- hasta que no estés seguro en Él. Eso implica Su favor; no eres más un extraño para Dios pues haz hallado gracia ante Sus ojos. Estás en Su gracia no por tu iniciativa sino por la Suya. No tienes que orar para que Su favor venga sobre ti; Él mismo lo trae hacia ti.

3. “Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz” (Números 6:26). Esto se refiere a un incremento de la presencia de Dios. Aquí está una marca de la nueva obra que Dios está haciendo: un pueblo postrado que recibe el toque de Dios de amor y seguridad. Ese toque íntimo los mantiene postrados en oración. Y ellos escuchan Su voz claramente. Al mismo tiempo, un ministerio puro está naciendo en ellos. Es un ministerio profético, produciendo pastores de acuerdo al corazón de Dios y creyentes que están seguros en Su amor. Esta clase de siervos no están preocupados ni son movidos. Se les ha obsequiado una gran paz. Y gracias a esa paz, ellos reflejan la propia imagen de Cristo.

No existe tiempo más crítico que éste para que el remanente de Dios le represente a Él ante el mundo. Dios ha quitado Su Espíritu de la obra antigua y está comenzando la nueva obra. Él va a tener una iglesia sin mancha, que no se mueve por las obras de la carne sino por Su Espíritu. Y esta iglesia caminará en Su bendición de la forma en que Él lo ha prometido. ¡Amén!