No te Conformes con las Migajas

David Wilkerson (1931-2011)

El evangelio de Mateo cuenta una historia que podría perturbar a algunos creyentes: La mujer gentil con la hija endemoniada.

Esta mujer busca a Jesús con tanta persistencia que los discípulos dicen: “Señor, despídela. Líbrate de ella. Ella no dejará de molestarnos”. Nota la respuesta de Jesús a las súplicas de la mujer: “Jesús no le respondió palabra” (Mateo 15:23). Evidentemente, Cristo ignoró toda la situación. ¿Por qué haría él eso? Jesús sabía que la historia de esta mujer sería contada a todas las generaciones futuras y quería revelar una verdad a todos los que la leyeran. Así que puso a prueba la fe de la mujer diciendo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:24). Cristo estaba diciendo: “Vine por la salvación de los judíos. ¿Por qué debería desperdiciar su evangelio en una gentil?”

Ahora bien, esta declaración nos habría enviado a la mayoría de nosotros de vuelta por por donde vinimos, pero esta mujer no se movió. Yo te pregunto, ¿con qué frecuencia te das por vencidos en la oración? ¿Cuántas veces te has cansado y has razonado: “He buscado al Señor. He orado y he pedido. Simplemente no obtengo ningún resultado”?

Considera cómo respondió esta mujer. Ella no respondió con una queja o un dedo acusador, diciendo: “¿Por qué me niegas, Jesús?" No, las escrituras dicen todo lo contrario. “Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!” (Mateo 15:25).

Lo que sigue a continuación es difícil de leer. Una vez más, Jesús rechazó a la mujer. Sólo que esta vez su respuesta fue aún más dura. Él le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos” (Mateo 15:26). Una vez más, la estaba poniendo a prueba.

Ahora bien, la madre le respondió: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos” (Mateo 15:27). ¡Qué respuesta tan increíble! Esta decidida mujer no iba a ceder en su búsqueda de Jesús; y el Señor la elogió por ello. Jesús le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” (Mateo 15:28).

Amados, no debemos conformarnos con migajas. Se nos ha prometido toda la gracia y misericordia que necesitamos para nuestras crisis. Eso incluye todas las crisis que tienen que ver con a nuestras familias, salvas o no. Hemos sido invitados a acercarnos con confianza al trono de Cristo.

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