No Hay Tiempo Para la Fe Tímida

David Wilkerson (1931-2011)

Echa un vistazo a la condición actual de nuestra nación y el mundo. ¿Que ves? La profecía de Cristo se está cumpliendo ante nuestros propios ojos: “en la tierra angustia de las gentes, confundidas… desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas” (Lucas 21:25-26).

Pablo también habla de estos tiempos: “Cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina” (1 Tesalonicenses 5:3). Pablo está describiendo a un pueblo que vive con aires de suficiencia y seguridad, jactándose: “Hemos logrado el éxito y la paz. Todo está yendo muy bien”. Sin embargo, en el momento en que la gente se siente más segura, llega la destrucción. De pronto, la seguridad que apreciaban se desvanece y la sociedad se ve sobrecogida por el miedo.

Sin embargo, no debemos temer. Pablo les dijo a los tesalonicenses que ellos estaban siendo preservados en espíritu, alma y cuerpo (ver 5:23). El propósito de Dios detrás de todo esto es que se “cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder” (2 Tesalonicenses 1:11). Pablo estaba diciendo: “Ustedes están siendo llamado a cumplir una obra de fe, no una fe silenciosa, sino una que demuestre el poder de Cristo”.

¡Este no es un momento para una fe tímida! Nuestro capitán nos está llamando a ponernos de pie en medio de una sociedad temerosa y participar en la “fe de poder”. Debemos hacer la declaración: “Dios me envió delante de vosotros, para… daros vida por medio de gran liberación” (Génesis 45:7).

Nuestro Señor no está sorprendido por nada de lo que sucede hoy. Cuando el mundo se tambalea por los desastres, con dolores en aumento por todos lados, Dios convocará a soldados fieles que han sido entrenados para la batalla. Estos devotos hombres y mujeres han soportado pruebas y emergido con una fe segura. El poder de Dios descansa sobre ellos. Tal poder no puede verse a gran escala; puede verse sólo de maneras simples: un espíritu apacible, una sonrisa en medio de un mar de ceños fruncidos; un reposo de alma, mente y cuerpo mientras otros tiemblan.

Todo ministerio proviene de la comunión con el Padre, así que búscalo diligentemente en oración. Tú, verdaderamente, has sido llamado como miembro de su compañía para un tiempo como este.

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