NO ENTRES EN PÁNICO

David Wilkerson (1931-2011)

El Señor es muy paciente con sus hijos. Él en realidad nos invita: “Presentad vuestras pruebas” (Isaías 41:21), lo que significa que está bien tener momentos de cuestionamiento. Podríamos recibir algunas noticias repentinas y terribles: la muerte de un ser querido, el divorcio de un hijo o hija, la infidelidad de un compañero. En momentos así, Dios envía al Espíritu Santo para darnos consuelo, aliviar nuestro dolor y afirmar nuestros corazones. Nuestro Señor siente cada remesón de dolor, miedo y pánico que nos golpea.

Dios ve cada detalle de tu crisis y ve todos los problemas de la vida, que te están queriendo aplastar. Aquellos que oran y esperan en él con una fe sosegada, nunca corren ningún peligro real. Además, él conoce tus pensamientos de pánico y, sin embargo, su mandato para ti sigue siendo firme: “No entres en pánico ni trates de adelantarme. Tú no debes hacer nada más que orar; y confiar en mí. Yo honro a todos los que confían en mí”.

Considera estas palabras que Dios le ha dado a su iglesia: “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6). “Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio” (Salmos 62:8). “Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; Él es vuestra ayuda y vuestro escudo” (Salmos 115:11). “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

La incredulidad es mortal, sus consecuencias trágicas. Enfrentamos consecuencias nefastas si tratamos de liberarnos de nuestras pruebas en lugar de confiar en que Dios nos hará vencer. Jesús vino a romper nuestras cadenas de legalismo y a librarnos de nuestros grilletes. Pero primero debemos admitir nuestro pecado. ¡Cuando confesemos nuestra incredulidad y luego rindamos nuestro futuro, nuestra libertad y nuestra liberación al cuidado de Jesús, él llegará a tiempo! ¡Nuestra parte es no hacer nada, ¡sino confiar en él!