NO DEBEMOS PERDERNOS ESTE MENSAJE

David Wilkerson

Ministros y teólogos están diciendo en todas partes: "Dios no tiene nada que ver con estos desastres. Él no permitiría que ocurran cosas terribles". Sin embargo, nada está más lejos de la verdad. Esta manera de pensar está haciendo que nuestra nación rápidamente pierda el mensaje que Dios nos quiere hablar a través de la tragedia.

El hecho es que tenemos que tener una palabra de parte de Dios. Como muchos pastores, he llorado y me he afligido por las terribles calamidades. He buscado al Señor en oración y a través de Su Palabra. Y quiero decirte que he experimentado un pesar que es más profundo que el dolor que sentimos por la muerte de personas inocentes. Es un pesar que dice que si no captamos el mensaje de Dios, si cerramos nuestro oído a lo que Dios está proclamando a viva voz, entonces tenemos reservado para nosotros algo mucho peor.

El profeta Isaías habla directamente a lo que nosotros hemos experimentado. Si tienes alguna objeción en usar ejemplos del Antiguo Testamento, considera las palabras de Pablo sobre este asunto: "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos" (1 Corintios 10:11). Pablo deja claro que los ejemplos del Antiguo Testamento nos revelan cómo Dios se mueve en tiempos como los nuestros.

Para el tiempo en el que Isaías profetizó, Dios había estado tratando pacientemente con Israel por cerca de 250 años. El Señor había enviado "aflicciones ligeras" sobre Su pueblo, llamándolos al arrepentimiento. Él estaba tratando de sacarlos de su idolatría descarada, cortejándolos, para que vuelvan a Su bendición y favor.

Todos los profetas a lo largo de los años hablaron a Israel, básicamente la misma palabra: “Y servían a los ídolos… Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas” (2 Reyes 17:12-13).

Pero esta nación escogida de Dios rechazó el llamado de Dios al arrepentimiento. "Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz" (17:14). Estas personas se burlaron de los profetas que los llamaban a la humildad. Y en lugar de ello, ellos "siguieron la vanidad, y se hicieron vanos… dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios… y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira" (2 Reyes 17:15-18).