MAYORES OBRAS

Nicky Cruz

Mientras viajo por todo el país hablando y evangelizando, a menudo cuento historias que ilustran la obra de Dios dentro de nuestro ministerio. Historias de criminales endurecidos y líderes de pandillas que vienen a nuestras cruzadas con la intención de causar problemas, pero que, en lugar de ello, terminan siendo convencidos de pecado por el Espíritu Santo y pidiendo perdón a Dios. Otras veces, relato testimonios de sanidades milagrosas, tanto físicas como espirituales, que tienen lugar.

Casi sin excepción, después de compartir estos testimonios del poder del Espíritu, la gente se acerca a mí con asombro en sus ojos. “No puedo creer cuan maravillosamente el Señor trabaja en tu ministerio”, me dicen. “Nunca imaginé que Dios obrara de esa manera”.

Luego vienen las preguntas inevitables: “¿De verdad crees que Dios obra hoy de la misma manera como lo hizo en el Nuevo Testamento? Si es así, ¿por qué no lo vemos haciendo tales cosas en nuestra iglesia?”

La respuesta a la primera pregunta es fácil. “Por supuesto que sí”, les digo. “Desde el día que me convertí en cristiano, no he visto distinción entre lo que leía en el libro de Hechos y lo que experimentaba en nuestro ministerio”.

La segunda pregunta se pone un poco más personal y, a riesgo de ofender, respondo: “Quizás la razón por la que no ves a Dios haciendo obras poderosas es porque realmente no crees en un Dios poderoso. Él no hace milagros si no hay espectativa de nuestra parte”.

Mis oyentes quedan desconcertados, por supuesto, porque no es la respuesta que ellos esperan, pero generalmente capta su atención. Trato de alentarlos con la Palabra: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8). El mismo Espíritu Santo que caminó con los discípulos, sanando y haciendo todo tipo de milagros, está caminando con nosotros hoy.

Jesús ha prometido que cualquiera que crea en él hará las obras que hizo; de hecho, dice que hará obras aun mayores (ver Juan 14:12).

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.