LO QUE LLEVA A JESÚS A ACTUAR

David Wilkerson (1931-2011)

A la mayoría de los cristianos que viven hoy les gustaría pensar que, al igual que Jesús, ellos también son “movidos a compasión”. Durante su tiempo en la tierra, Jesús fue la encarnación de la compasión de Dios. La Escritura frecuentemente dice que Cristo era “movido a misericordia” por el sufrimiento de las personas. Y si ese fue el caso en el primer siglo, ¡qué gran dolor debe haber ahora en el corazón de nuestro Señor!

La Biblia nos dice: “Nunca decayeron sus misericordias” (Lamentaciones 3:22). “Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Salmos 86:15).

La compasión es más que lástima o simpatía; es más que ser movido a lágrimas o tocado emocionalmente. Y es más que hablar acerca del mal detrás de los horribles crímenes. Compasión significa piedad y misericordia acompañadas de un deseo de ayudar a cambiar las cosas. Los sentimientos verdaderamente compasivos nos mueven a hacer algo.

Esto se ilustra con la compasión que Jesús mostró en los Evangelios. En un momento dado, él partió al desierto para orar. Cuando las multitudes descubrieron su ubicación, le siguieron y, en desesperación, le trajeron cojos, ciegos, moribundos y endemoniados. ¿Y qué hizo Jesús? La Biblia nos dice: “Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mateo 14:14). ¡Ese es un ejemplo de compasión!

Si Jesús hubiera sido obstaculizado por nuestro pensamiento moderno, él podría haber reunido a sus discípulos para una asamblea o podría haber intentado analizar los problemas. O podría haber dicho: “Estoy muy cansado y necesito hablar con mi Padre. Siento su dolor; y tanto los discípulos como yo, vamos a orar por ustedes. Ahora, vayan en paz”.

Pero Jesús hizo más que hablar. Sus sentimientos de compasión y misericordia lo llevaron a la acción. Él dijo: “Haré todo lo que esté a mi alcance, para hacer una diferencia”.

Tengamos cuidado de no permitir que nuestros corazones se vuelvan insensibles y cauterizados a las necesidades de aquellos que nos rodean.