Las Noventa y Nueve no Están Abandonadas

Gary Wilkerson

Lucas 15:3-7 habla sobre el pastor que deja su rebaño de 99 ovejas para buscar a una oveja perdida y generalmente nos enfocamos en la oveja perdida, pero ¿qué pasa con las otras que se quedaron atrás?

Me imagino que de esas 100 ovejas, probablemente había tres o cuatro que siempre estaban en las rodillas del pastor dondequiera que él fuera. Estas eran las ovejas que pensaban: “Hombre, no te vamos a dejar”. Sabían a qué hora se despertaba el pastor por la mañana; y si se despertaba a las 6:00 a.m. entonces a las 5:59 esas eran las ovejas que le daban un codazo en el brazo. Estas eran las ovejas que notarían el momento en que el pastor se alarmaba y comenzarían a balar.

Estas son las ovejas que buscan diligentemente. No sólo conocen la voz del Señor como la mayoría de las otras ovejas, sino que también les encanta estar en su presencia.

Entonces, cuando esa oveja se extravía, el pastor sale a buscarla y deja (momentáneamente) a la oveja que lo busca diligentemente. ¿Han notado eso alguna vez, aquellos de ustedes que buscan diligentemente a Dios? A veces te preguntas: “¿A dónde fue? Lo estaba siguiendo; yo estaba cerca de él. Estaba sintiendo su presencia y ahora ya no”.

¿Cuántas veces dejó Jesús a sus discípulos para pasar tiempo con Dios o hablar con algún marginado social? Siempre volvía a encontrar a sus discípulos o ellos lo encontraban a él, pero por lo general era en circunstancias que les hacían preguntarse: “¿Qué está haciendo ahora?”

Dios se ocupa de sus asuntos y su asunto es glorificarse a sí mismo mediante la salvación de su pueblo. Él va a buscar a la oveja perdida. La mayoría de las veces, sucede de una manera que incluso nosotros, que lo seguimos de cerca, no entendemos. Estos son los momentos en los que nuestra fe es estirada y purificada, para seguir confiando en que, incluso cuando no entendemos sus acciones o parece que nos deja, nuestro pastor es misericordioso y justo.