LA RECOMPENSA DE LA PERSEVERANCIA

David Wilkerson (1931-2011)

Cualquier discusión sobre sufrimientos y pruebas debe comenzar con el creyente más desesperado de todos los tiempos: un siervo justo, fiel y temeroso de Dios, dedicado a la oración y a la adoración. Sin embargo, cuando el dolor y los problemas abrumaron su vida, este mismo hombre comenzó a hacer algunos comentarios despectivos sobre Dios en el pináculo de su sufrimiento. “Si yo le invocara, y él me respondiese, aún no creeré que haya escuchado mi voz. Porque me ha quebrantado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa” (Job 9:16-17).

Job perdió todo lo que le era querido: su familia, su salud, sus posesiones, incluso su esperanza. La declaración acerca de Dios en el pasaje anterior es sólo una de las muchas que hizo este pobre hombre a medida que se multiplicaban sus terribles dolores.

Nuestra nación está cayendo rápidamente en un período de problemas, un tiempo como el que el mundo nunca ha visto. Incluso ahora, muchos creyentes devotos están experimentando dificultades para las cuales sus experiencias anteriores no los han preparado. Los cristianos están viendo sus matrimonios siendo probados; la salud de algunos se está deteriorando; otros están sufriendo dificultades económicas; y los jóvenes están perdidos en la locura de esta hora.

En los próximos días, no podemos permitir que nuestra esperanza descanse en algún sueño imposible, creyendo que los cristianos son inmunes al sufrimiento. Sin embargo, podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial será fiel para guardarnos a través de todas nuestras aflicciones y luego librarnos, tal como lo hizo con Job.

“Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11).

Job perseveró y Dios le devolvió todo lo que había perdido y más. Del mismo modo, cuando pases por tu prueba, poseerás un verdadero conocimiento de corazón de que Dios está en control de tu vida. Entonces podrás testificar de la bondad de Dios, tal como lo hizo Job cuando dijo con confianza: “Aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).