LA PROMESA DEL REGRESO DE JESÚS

David Wilkerson (1931-2011)

En días pasados, se declaraba: “¡Jesús viene!” durante casi todas las reuniones dominicales de la iglesia. Los evangelistas traían mensajes conmovedores acerca de la esperanza del regreso de Cristo y había un temor y una esperanza piadosos en los corazones de sus seguidores. Hoy, sin embargo, rara vez se habla de la venida del Señor y, tristemente, sólo unos pocos siervos justos parecieran anhelar su aparición.

La Biblia advirtió de esta falta de vigilancia con respecto al regreso de Jesús. “En los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).

Hay quienes se burlan del mensaje del retorno de Cristo, pero es probable que sea por miedo: temen tener que estar ante Dios y rendir cuentas. Tales burladores están entre nosotros hoy, predicando un nuevo mensaje: “No se preocupen, Cristo no vendrá. El sol saldrá mañana, como siempre, las estaciones vendrán y se irán. Todas las advertencias que hemos oído en el pasado no se han cumplido, así que diviértanse y sean felices”. Se están burlando de las leyes de Dios en los lugares altos y hay una anarquía desenfrenada en la tierra. Leemos sobre las atrocidades cometidas en todo el mundo y observamos cada vez más casos de nuevas enfermedades mortales, mientras que los desastres naturales aumentan en número e intensidad. Debe estar bastante claro, incluso para los impíos, que el Señor está sacudiendo todo lo que puede ser sacudido.

En Mateo, Jesús dice: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44). La venida de Jesús no debería perturbarte, ¡debería emocionarte! Si realmente amas a alguien, querrás estar cerca de esa persona, ¿verdad? Imagina cómo será cuando Jesús llame tu nombre.

En medio de estos tiempos, Jesús dice: “Ciertamente vengo en breve”, y la Novia de Cristo responde: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (ver Apocalipsis 22:20). ¡Esta es nuestra bendita esperanza!