LA GUERRA SOBRE TODAS LAS GUERRAS

David Wilkerson (1931-2011)

“Hubo una gran batalla en el cielo” (Apocalipsis 12:7).

Hoy escuchamos mucho sobre la guerra, guerra contra el terrorismo, guerra en el Medio Oriente, amenazas nucleares de varias naciones. Nunca en la historia ha habido tal tiempo de guerra en toda la tierra. Y debido a la comunicación instantánea que tenemos ahora, casi de inmediato recibimos informes de atentados, emboscadas, muertes.

Estoy convencido de que Jesús habló sobre esto: “Oiréis de guerras y rumores de guerras” (Mateo 24:6). Y tal como Cristo profetizó, los corazones de las personas desfallecerán por el temor: “Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:26). Las guerras que estamos viendo están causando terror en toda la tierra, sin embargo, todas estas guerras son meros síntomas de una guerra mucho más grande. Verás, en realidad sólo hay una guerra en curso y esta guerra sobre todas las guerras está teniendo lugar en el cielo: una guerra entre Dios y el diablo.

Esta guerra fue declarada hace miles de años. Apocalipsis nos dice: “Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón [Satanás]; y luchaban el dragón y sus ángeles” (12:7). Mientras estaba en el cielo, Satanás reunió a todos los ángeles caídos que engañó para levantarse contra Dios porque quería usurpar la autoridad de Dios y tomar su trono.

Pero el diablo perdió esa primera batalla y Dios lo echó a él y a todos los ángeles rebeldes del cielo. Satanás ya había engañado a esos ángeles y cuando Dios creó a la humanidad, también decidió engañarlos.

La rebelión de Satanás no tomó a Dios por sorpresa. Incluso antes de la fundación del mundo, Dios ideó un plan de guerra para derrotar al diablo. El Señor creó al hombre a su propia imagen y le permitió tener libre albedrío, ¡y luego envió a su Hijo, Jesús, a redimir a toda la humanidad!

Jesús está esperando pacientemente a que llegue la cosecha final, pero hasta la venida del Señor, podemos vivir en victoria: “Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).