LA GRAN COMPASIÓN DE JESÚS

Nicky Cruz

Mientras Jesús ministraba a la mujer samaritana en el pozo, él le ofreció algo que ella no podía conseguir en ninguna otra parte: “agua viva”. Él le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta agua [física], volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).

Lo que él le prometió a la mujer era esperanza, una manera de salir de la desesperación e impotencia de una vida incrustada en el pecado. Era aquello que ella necesitaba más.

Gracias a la obediencia de Jesús en la cruz, tenemos la capacidad de hacer la misma oferta a todos los que conocemos. Nuestro mensaje es de esperanza, perdón y libertad, un mensaje que las personas no pueden obtener en ninguna otra parte sino a los pies de Jesús. Tenemos en nuestras manos la única y satisfactoria bebida de agua en medio de un desierto seco e implacable; y a nuestro alrededor hay personas muriendo de sed. Todo lo que tenemos que hacer es extender la mano y hacer la oferta, y Jesús hará el resto.

Justo antes del inicio del Desfile del Torneo de Rosas en Pasadena, California, un año, un camión aceleró por el bulevar Colorado, lleno de letreros y versículos de las Escrituras por todos lados. Un letrero decía: ¡ACEPTA JESÚS O MUERE! Una imagen de llamas adornaba otro lado del camión, el cual era conducido por un hombre descuidado y de mediana edad, que usaba un megáfono para gritar: “¡Arrepiéntanse, pecadores! Si no conocen a Jesús, se van a quemar en el infierno”. Los transeúntes enojados reaccionaron gritando obscenidades y tirando basura al camión.

¡Qué impactante contraste entre el testimonio de Jesús y este espectáculo! Me estremece pensar cuánto retrocedió la causa de Cristo gracias a este creyente enojado y equivocado. Jesús ofreció el regalo de la salvación a la mujer samaritana con un amor completo y una gran compasión que, por supuesto, debe servir como ejemplo para nosotros.

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.