La Búsqueda de Dios por Encima de Todo

David Wilkerson (1931-2011)

Es imposible tener una fe que agrade a Dios sin compartir una intimidad con Jesús, producto de anhelarlo. Este tipo de vínculo personal cercano sólo puede llegar cuando deseamos al Señor más que cualquier otra cosa en la vida.

El escritor de Hebreos nos da varios ejemplos de siervos llenos de fe que anduvieron estrechamente con Dios. Miremos juntos a Abel: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” (Hebreos 11:4). Abel ofrecía sacrificios al Señor con frecuencia y sus sacrificios siempre requerían un altar.

Abel traía no sólo corderos sin mancha para el sacrificio, sino también la grosura de esos corderos. “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Génesis 4:4).

La grasa o grosura es importante aquí porque se encendía rápidamente y se consumía, provocando que un aroma dulce se desprenda. “Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová” (Levítico 3:16). Es un tipo de oración o comunión que es aceptable para Dios, representando nuestro ministerio al Señor en el lugar secreto de oración. El mismo Señor declara que tal adoración íntima se eleva hacia él como un aroma grato. “Porque para Dios somos grato olor de Cristo” (2 Corintios 2:15).

En algún momento, Abel tomó la decisión de buscar una relación con Dios, de tener comunión y compañerismo con él como lo habían hecho sus padres. Su hermano Caín también traía sacrificios, pero eran frutas, una ofrenda que no requería un altar ya que no había grasa, no había nada que consumir. Como resultado, no había aroma grato que se elevara al cielo. En otras palabras, no hubo ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Es por eso que la ofrenda de Abel fue “más excelente que la de Caín”.

El siervo fiel busca el toque de Dios en su vida. Al igual que Abel, no se conformará con menos. Este siervo se dice a sí mismo: “Estoy decidido a darle aal Señor todo el tiempo que quiera de mí en comunión. Anhelo oír su suave y apacible voz hablándome, así que me quedaré en su presencia”.

Amado, que puedas determinar ser este tipo de siervo.