Fe en tus Tiempos de Angustia

David Wilkerson (1931-2011)

De todas las personas, los santos de Dios deberían ser ejemplos brillantes de lo que significa vivir en paz y triunfar en estos días de miedo. Él nos ha dado una promesa infalible para la vida en esta tierra, especialmente cuando el enemigo de nuestra alma trata de caminar sobre nosotros. “Mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente” (Isaías 52:6).

En otras palabras, Dios está diciendo: “Cuando estés en tu prueba más oscura, yo vendré y te darè una palabra. Me oirás decir: Soy yo, no tengas miedo”.

En el Nuevo Testamento, Jesús reiteró esta promesa en muchas ocasiones, una de las instancias más familiares fue cuando habló a los discípulos que estaban en la barca en una tormenta terrible. Mientras el viento y las olas sacudían la barca, los hombres aterrorizados vieron a Jesús caminando hacia ellos en el agua. Las Escrituras dicen: “Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo” (Mateo 14:26).

Jesús inmediatamente les habló, ansioso por calmar sus temores: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” (14:27). La palabra “ánimo” significa estar feliz, aliviado. Y aquí, en el tiempo de angustia de los discípulos, Jesús ató la palabra a su identidad. Recuerda, estos hombres lo conocían personalmente y él esperaba que ellos actuaran según su palabra por fe. Él estaba diciendo: "El Padre ha prometido que yo vendré a ustedes en su tormenta; y ahora he venido. Sí, soy yo, Jesús, aquí con ustedes en medio de todo. ¡Entonces, anímense!”

El Señor espera de nosotros la misma reacción de fe en nuestros tiempos de angustia. Piénsalo. Nuestro Señor nunca le ha fallado a su pueblo. Él nos insta a mirar hacia atrás y recordar cómo nos ha liberado una y otra vez, en toda ocasión. Nunca ha permitido que el enemigo destruya a quienes confían en él.

El Señor anhela que nosptros hallemos nuestro contentamiento en él y confiemos en él por completo. El rey David dijo: “Todas mis fuentes están en ti” (Salmo 87:7), lo que significa: “Toda mi satisfacción se encuentra en ti, Señor. Sólo tú eres la fuente de mi contentamiento y tú eres todo lo que necesito para estar completo, gozoso, feliz y en paz”.