Evidencias de los Justos

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando el profeta Isaías predijo la venida de Cristo y su reino, describió cómo serían los verdaderos ministros de Cristo. Al hacerlo, definió nuestro ministerio en estos últimos días cuando dijo: “Quiero que conozcas las evidencias del verdadero pueblo de Dios, aquellos que ministrarán justo antes de que el Príncipe de la Paz venga a reinar”.

El profeta comienza con estas palabras: “He aquí que para justicia reinará un rey” (Isaías 32:1). Luego agrega: “Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (32:2).

Claramente, Isaías está hablando de Jesús aquí; y continúa diciéndonos que un verdadero siervo de Dios proclama la suficiencia de Cristo. De hecho, tal creyente se encierra con Jesús, confiando que el Señor hará de su alma un huerto bien regado. Vive en una confianza quieta, su espíritu está en reposo y lleno de paz. Y él testifica: “Bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor” (Cantar de los Cantares 2:3-4).

Isaías señala dos evidencias distintivas del siervo justo: tiene discernimiento y conoce claramente la voz de Dios: “No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes oirán atentos” (Isaías 32:3).

Cuando Cristo vio por primera vez a Natanael que venía hacia él, exclamó: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Juan 1:47) En otras palabras, “Miren, hermanos, aquí viene un hombre que no es hipócrita. No hay inmoralidad ni engaño en él. Es un recipiente limpio”.

Entonces Jesús se volvió hacia Natanael y le dijo: “De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (1:51). Él estaba diciendo: “Dios abrirá para ti revelaciones continuas”.

Amado, Dios hace este mismo pacto contigo y con cada creyente cuya vida está por encima de cualquier reproche, sin pecado oculto ni secretos oscuros. Tal siervo recibe un fluir continuo de la revelación de la gloria de Cristo. Decide hoy en tu corazón buscar a Dios con todo tu corazón para que puedas seguir oyendo su voz.