ENTREGÁNDOLE SENTIMIENTOS HERIDOS A DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis” (1 Pedro 2:1-2).

No culpes a Dios por no oír tus oraciones si tienes rencor contra otra persona alojado en tu corazón. Cristo ha establecido pautas claras para nosotros: Él no tratará con nadie que tenga un espíritu iracundo e implacable. Tenemos que “dejar de lado” tales actitudes. La ley de la oración de Dios es clara sobre este asunto: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (1 Timoteo 2:8).

¿Hay sentimientos duros ardiendo en tu corazón? No los veas como algo que tienes derecho a albergar. Dios toma tales cosas muy en serio y toda la discordia y fricción entre hermanos y hermanas en Cristo deben afligir su corazón más que todos los pecados de los impíos.

Si crees que tus oraciones podrían verse obstaculizadas, asegúrate de no estar ardiendo al rojo vivo por los sentimientos de dolor o maltrato de los demás. Satanás hábilmente incita a los cristianos a ser más sensibles a sus emociones que a la voz del Espíritu. Esto puede llevar a un espíritu de venganza cuando debería haber un espíritu de perdón y de amor. Sí, incluso aquellos que más te han lastimado merecen perdón en el nombre de Jesús.

No sigas entregándote a sentimientos de dolor y represalias, para luego correr al lugar secreto de oración en la noche y esperar un milagro de liberación. Jesús dijo que debemos orar: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6:12).

El tiempo es corto y el día del Señor está cerca. Pon tu corazón en seguir las palabras del profeta Miqueas: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).