ENFRENTANDO LA PRESIÓN DEL MIEDO

Jim Cymbala

El centro de Brooklyn no es el único lugar renuente al evangelio. Como cristianos, podemos encontrar hostilidad dondequiera que vayamos. Esa oposición puede volvernos temerosos y tímidos. Tememos que si nos ponemos del lado de Cristo, es posible que no encajemos con nuestra familia, amigos o compañeros de trabajo. Es por eso que las Escrituras nos advierten sobre la importancia de la confesión pública de nuestra fe en Cristo.

“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26). ¡Qué pensamiento tan aleccionador que Jesús podría avergonzarse de algunos de nosotros cuando regrese a la tierra!

Esta necesidad de valentía se aplica incluso a los niños que crecen en un hogar cristiano. Ellos pueden hablar sobre cosas espirituales sin poner mucha resistencia. Pero las cosas cambian cuando llegan a la escuela secundaria y luego van a la universidad. De pronto, descubren que si hablan acerca de Dios el Creador, o peor, de Jesús, muriendo por los pecados del mundo, son etiquetados. Los profesores los llaman ignorantes; los estudiantes los tildan de intolerantes, por lo que algunos se quedan callados, temiendo el rechazo de sus compañeros.

Cuando los estudiantes cristianos dejan la escuela e ingresan al mundo laboral, encuentran una hostilidad similar. Ahora aprenden que mencionar a Jesús en el trabajo puede hacer que pierdan oportunidades de carrera y algunos se convierten gradualmente en cristianos encubiertos.

Vivimos en un ambiente espiritual hostil, y no tenemos que ser jóvenes para enfrentar la presión de ceder al temor o la timidez. Es cierto tanto para los ministros como para las personas en las bancas. Es por eso que esta promesa de la Biblia es tan importante para nosotros: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder” (2 Timoteo 1:7). A través del Espíritu Santo, Dios ha prometido darnos coraje, e incluso osadía, para nadar contra la corriente y hablar por Cristo aunque seamos motivos de burla.

Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.