Energizados por el Espíritu de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Aquellos que se aferran a una fe inquebrantable verán una gloriosa manifestación del poder de resurrección de Cristo. Solo tú y el Señor conocerán todos los detalles íntimos de su obra, pero él te asombrará; él te emocionará; ¡él te mostrará su gloria!

La grandeza actual de Cristo se puede resumir en un versículo poderoso: “En él estaba la vida” (Juan 1:4). Él era, y es ahora, vida energizante. Jesús se renovaba constantemente al recibir de un depósito secreto que nunca se agotaba. Él nunca se cansó de la multitud que lo presionaba y su paciencia nunca se agotó.

Cuando Jesús llamó a sus discípulos para que se apartaran un rato para descansar, se fueron a un lugar tranquilo al otro lado del lago. Las multitudes esperaban allí también. Pero ni una sola vez dijo: “¡Oh, no! Es esa multitud problemática con sus tontas quejas y absurdas preguntas. ¿No se cansan?” En cambio, veía las multitudes y era movido a compasión. Él era energizado por el Espíritu y se ponía a trabajar. Y a pesar de que tenía días de trabajo y noches de oración, aún así tenía tiempo para los niños pequeños.

En un momento de cansancio, Jesús se detuvo para descansar en un pozo, pero una mujer perdida necesitaba ayuda y una vez más él estaba lleno de energía. ¡Sus discípulos encontraron a su Maestro tan relajado, tan renovado! “El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis” (Juan 4:32). ¡Esa es la energía secreta de la vida de resurrección!

A los creyentes de hoy se les ha prometido la misma vida energizante de Cristo. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).

Está claro en las Escrituras que el Espíritu Santo mora en nosotros para traer vida constante. Dios ha provisto su energía misma para que venga a nuestros cuerpos mortales y nos dé fuerza física: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él” (Colosenses 2:13).

¡Gracias a Dios por la grandeza actual de nuestro Señor Jesucristo! ¡Aprópiate de ella por fe y camina en la vida y en el poder de la resurrección!