Encuentra Tu Paz en el Espíritu Santo

David Wilkerson (1931-2011)

A veces, puede encontrarte preguntando: “¿Por qué estoy tan desanimado? ¿Por qué tengo todos estos miedos? Debes saber que esto siempre es un asunto del Espíritu Santo. Isaías dice que el Espíritu Santo reparte la paz y que no puede haber paz sin justicia. “El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en recreos de reposo” (Isaías 32:17-18).

Cuando se derrama el Espíritu Santo, la paz es el resultado. Y si ese efecto no está presente, si todavía hay confusión, entonces debemos echar un vistazo a nuestros propios corazones. Las Escrituras nos dicen que el Espíritu Santo se da sólo a aquellos que piden con fe. ¿Vives, caminas y te mueves en el Espíritu? No importa qué tan exitosa parezca tu vida; tu suministro del Espíritu siempre tiene que ser renovado. Pablo habla de su propia “suministración del Espíritu de Jesucristo” y pide a los filipenses “vuestra oración” (Filipenses 1:19).

Alabado sea Dios por todos los hombres y mujeres de Dios que no han perdido el Espíritu y están en llamas con el Espíritu Santo. Isaías nos da estas buenas noticias: “Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos” (Isaías 44:2-3).

Judas nos asegura: “Amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna” (Judas 1:17-21).

Ora esta oración, hoy: “¡Espíritu Santo, aviva mi alma! Llévame al lugar secreto de oración contigo. Disciplíname en esperarte, para clamar, para no rendirme hasta que me llenes al máximo. Proporcióname tu quieto reposo y la seguridad de que tú estarás conmigo en medio de todo lo que venga”.