EN VANO ME HONRAN

David Wilkerson (1931-2011)

Dios toma el asunto de la adoración muy en serio. No es algo ligero venir a la casa de Dios, un lugar bendecido con la unción del Espíritu Santo. Moisés le dijo a Aarón: “Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Levítico 10:3).

El Señor estaba diciendo: “A mí no me van a tratar como una persona ordinaria. Si van a entrar en mi presencia, deben venir ante mí con cuidado y responsabilidad debido a mi gloria y majestad”. Muchas distracciones mentales pueden tener lugar durante la oración y la adoración, especialmente cuando estamos en la casa de Dios. De hecho, Jesús llamó hipócritas a las personas que acudían a su presencia pronunciando palabras de alabanza, pero cuyas mentes y corazones estaban afanados. Él les habló directamente: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran” (Mateo 15:7-9).

¿Qué pasa contigo? Lo más probable es que tú estés presente en la casa de Dios por lo menos una hora cada semana. Entonces tu cuerpo está en la iglesia, pero ¿dónde está tu mente? Tus labios dicen: “¡Te adoro, Señor!”; pero, ¿dónde permites que tus pensamientos te lleven durante la alabanza y la adoración? ¿a los problemas familiares? ¿a los asuntos de negocios?

Puede argumentar que tu mente sólo se enfoca en los asuntos de Dios: tu familia, tus responsabilidades. Sin embargo, ten en cuenta que las personas a las que se dirigió Jesús eran adoradores que se acercaban a él con sus labios, tal vez incluso levantaban sus manos y alababan en voz alta. Pero, ¿dónde estaban sus corazones, sus mentes, mientras adoraban? Si se distraían en sus pensamientos, entonces su adoración era hipócrita, ¡y sin valor!

¡No tomes a la ligera su santa presencia! Necesitamos ser conscientes de la santidad de la casa de Dios y entrar con un corazón reverente.