EL REMANENTE DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

El profeta Elías, se había descorazonado tanto por el decaimiento moral que su nación estaba experimentando, que huyó de las amenazas de Jezabel, la malvada esposa del rey Acab y se escondió en una cueva.     

“Elías, ¿por qué te estás escondiendo?”, Dios le preguntó.

“Porque tu pueblo ha olvidado tu palabra, tus altares están derribados, tus profetas están siendo perseguidos y todos buscan el placer. Sólo yo he quedado; y ahora, vienen por mí, también” (ver 1 Reyes 19:10).

Aparentemente, Elías tenía un buen argumento. Su sociedad estaba al borde del colapso y el gobierno era el más malvado y vil de toda la historia. “Hizo Acab…para provocar…la ira de Jehová, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que reinaron antes de él” (1 Reyes 16:33). Además, Jezabel, la reina más malvada que había compartido el trono, estaba determinada a matar a todo seguidor de Jehová.

Elías estaba determinado a “seguir hasta el final” y permanecer fiel a Dios por sí mismo, pero él no sabía que, en ese mismo instante, el Espíritu Santo se estaba moviendo a lo largo de dicha región. Un gran despertar moral estaba a punto de suceder y Dios pronto arrojaría a Jezabel a
los perros y expulsaría a los gobernantes perversos. Dios le dijo enfáticamente a Elías que no solamente él no era el único, sino que había siete mil en Israel que no se habían entregado a la corrupción que les rodeaba. Dios estaba diciéndole a Elías que él tenía gente apostada en posiciones claves, ¡creyentes puestos de pie y veraces! 

Lo mismo está sucediendo hoy. Mientras Dios le dijo a Elías: “Hay miles cuyas rodillas no se doblaron”; a nosotros, él nos está diciendo: “¡Hay millones que no han doblado sus rodillas!” ¡Gloria sea a Dios! No somos un pequeño remanente, sino un ejército poderoso, inamovible y firme en sus convicciones, en medio de una época enloquecida. Satanás quisiera que los hijos de Dios piensen que su número se está reduciendo; pero no creas sus mentiras. Dios sigue obrando, derramando su Espíritu Santo y atrayendo corazones hambrientos hacia él.