EL MONTE DE LA SANTIDAD DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

Vemos una imagen gloriosa de la gracia en la intervención de Dios en Sodoma, cuando él, literalmente, tomó a Lot y a su familia y los sacó de la ciudad: “Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad” (Génesis 19:16)

Mientras Lot se detenía a las puertas de la destrucción, sin fuerza ni voluntad para liberarse a sí mismo, Dios condujo de la mano a este confundido y engañado hombre, atado por el pecado, a un lugar seguro. Él le estaba diciendo a Lot, en esencia: “Yo te amo y no voy a permitir que mueras en esta efervescencia de juicio. Tú eres un hombre justo, Lot; y yo te he advertido. ¡Ahora ven!” 

“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). El significado literal de “débiles” aquí es “sin capacidad o voluntad”. Dios dice que Él está dispuesto a actuar en nuestro favor porque nosotros no tenemos nada que ofrecer.

El Señor tenía una directiva más para Lot: “Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas” (Génesis 19:17). Acá, el monte representa la presencia de Dios, un lugar a solas con Él. Vemos que esta imagen se repite a través de las Escrituras. Fue en un monte que Moisés fue tocado por la gloria de Dios; Jesús buscó a su Padre en oración; Cristo fue transfigurado delante de sus discípulos.

“Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo” (Salmos 48:1).

“Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas” (Isaías 2:3). 

Cuando Dios te libera por la fe en sus promesas, ¡corre directamente al monte de su santidad, su presencia.