EL HAMBRE PRODUCIDO POR LA FALTA DE PERDÓN

David Wilkerson (1931-2011)

Perdonar no es sólo un acto de una sola vez, sino un estilo de vida, destinado a llevarnos a toda bendición en Cristo. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:44-45).

Según Jesús, el perdón no es una cuestión de escoger o elegir a quiénes debemos perdonar. No podemos decir: “Me has herido demasiado para perdonarte”. Cristo nos dice: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” (5:46).

Sin importar contra quién guardes rencor, si te aferras a ello, te llevará a una amargura que envenenará todos los aspectos de tu vida. La falta de perdón provoca una hambruna espiritual, una debilidad y una pérdida de fe que aflige a todos los que te rodean.

El perdón transforma vidas, haciendo que las ventanas del cielo se abran. Llena nuestra copa de bendición espiritual hasta el borde con abundante paz, gozo y reposo en el Espíritu Santo. La enseñanza de Jesús sobre este tema es muy específica; y si quieres moverte en la maravillosa atmósfera de la bendición, entonces presta atención a sus palabras.

“Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15). ¡No te equivoques! Dios no está haciendo un trato con nosotros aquí, al decir: “Porque has perdonado a otros, yo te perdonaré”. Más bien, Jesús está diciendo: “La confesión completa del pecado requiere que perdones a otros. El verdadero arrepentimiento significa confesar y abandonar todo rencor, crucificando todo rastro de amargura hacia los demás”.

“Perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará … porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lucas 6:37-38). Esto va de la mano con su Bienaventuranza del mismo sermón: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Él quiere que perdones a los demás para que puedas avanzar hacia las bendiciones y el gozo de ser hijo.