EL AMOR PERDONADOR DE DIOS

David Wilkerson (1931-2011)

Muchos cristianos les cuentan a los demás con alegría el amor de Jesús y su poder para perdonar sus pecados, y sin embargo, les resulta difícil aceptar ese mismo perdón. Ellos cometen pecado y parecen querer pagar por su fracaso. “Señor”, argumenta el cristiano, “rechacé la convicción del Espíritu Santo y seguí adelante obstinadamente y cometí pecado”.

El enemigo de nuestra alma no está interesado en absoluto en convertir a los cristianos en asesinos, adúlteros, adictos y ladrones. Sólo le interesa una cosa: convertir a los cristianos en incrédulos. Él siembra preguntas en tu mente que llevan a la duda. ¿Es Dios un libertador? ¿Está él allí para ayudar en el tiempo de la tentación? ¿Son sus promesas verdaderas? ¿Hay libertad del pecado? ¿Él realmente contesta hoy la oración? ¿Nos sacará victorioso de la batalla? ¿Tendremos gozo despues del lloro?

El único objetivo de Satanás para Job era que él maldijera a Dios. Del mismo modo, él quiere que pienses que Dios no es fiel y que no se preocupa por tus necesidades y sentimientos, lo cual, por supuesto, es completamente opuesto a la verdad.

El acusador quiere que te des por vencido en desesperación, pero Dios quiere que recibas el fluir perdonador de su amor. Él siempre responderá a una oración sincera: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13). Dios nunca te deja, sólo el hombre lo hace. ¡Así que nunca limites el perdón de Dios para ti! Es su naturaleza. David dijo: “Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmos 86:5).

La meta de todo creyente es “no pecar”, pero cuando un hijo con temor de Dios peca, hay respuestas en la Palabra de Dios: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

Si tienes culpa, entrégala. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Abre tu corazón y deja que entre el amor de Dios. ¡Si te arrepientes, él te perdona una y otra vez!