ECHANDO MANO DE DIOS EN FE

David Wilkerson (1931-2011)

“Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). ¿Por qué haría Jesús una pregunta así? Ello implica una falta de fe, no sólo entre los mundanos sino entre el pueblo de Dios.

La fe es uno de los temas más comentados en la iglesia. Se están haciendo grandes obras y se emprenden grandes proyectos, todo en nombre de la fe. Entonces, ¿qué quiere decir Jesús al preguntar: “Cuando finalmente suene la trompeta, ¿hallaré algo de fe?”. En Hebreos, hallamos una pista alarmante: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (Hebreos 3:12).

Uno de los casos de incredulidad más familiares se encuentra en la historia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista. Acá tenemos a un sacerdote devoto y piadoso que sufrió debido a un solo episodio de incredulidad. Las Escrituras dicen que Zacarías era “justo delante de Dios, y andaba irreprensible en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (ver Lucas 1:6). Él ministraba fielmente y era un siervo respetado y fiel, pero cuando el ángel Gabriel trajo el mensaje de que iba a tener un hijo, Zacarías se llenó de dudas y sucumbió ante la incredulidad. Dios no tomó amablemente la duda de Zacarías y lo hizo mudo: “Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo” (Lucas 1:20).

Sólo un pecado impidió a Israel entrar a la Tierra Prometida: ¡La incredulidad! “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad” (Hebreos 3:19). “Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia” (Hebreos 4:11).

Nuestro Dios nos ha hecho promesas increíbles y desea que lo mantengamos en esas promesas. Te animo a que tomes su maravillosa Palabra y entres en su reposo prometido. Entonces tu vida será un resplandeciente testimonio para esta generación.