Viviendo el Evangelio

Gary Wilkerson

Aquí está uno de los pasajes de las Escrituras más frustrantes para mí: “He aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; y sucede que un espíritu le toma… Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá a tu hijo. Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo devolvió a su padre. Y todos se admiraban de la grandeza de Dios” (Lucas 9:38-43).

Cuando leo ese pasaje, lo siento en mi corazón. Las palabras “no pudieron” resuenan en mí. Veo a una persona que necesita una oración de intercesión real y, a veces, siento que no puedo ayudarlos con la oración porque la pregunta de duda “¿qué sucede si no funciona?”, viene a mí junto con temor, incredulidad y toda clase de cosas en mi corazón. Lucho con esto.

Quería decírtelo porque esta mentalidad, este temor, es algo con lo que todos tenemos que lidiar en oración. Espero que no te conformes con dejar ese temor sin respuesta, que no te conformes con la religión y la tradición áridas. Deberíamos querer vivir de manera diferente de una manera que realmente nos haga depender de Dios y confiar en él, y eso significa vivir el evangelio. Esto significa creer y actuar como si la Biblia no fuera solo un libro para leer, estudiar y obtener sermones o una guía de autoayuda.

Queremos extendernos al cielo y creer en las Escrituras cuando dice: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:10-11).

¡Hay poder en la sangre de Jesús! Hay poder en la Palabra de Dios.