Un Corazón que Busca, ¿Puede Tener Dudas?

Gary Wilkerson

En el Nuevo Testamento, el apóstol Judas dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos” (Judas 1:20-22). Judas está diciendo: “Sé amable con las personas que están luchando con dudas”.

El enemigo quiere usar nuestras dudas para avergonzarnos, pero no te avergüences. Las mentiras y la vergüenza de Satanás te disuadirán de buscar honestamente la verdad. Hay una diferencia entre un corazón incrédulo que duda y un corazón buscador que anhela a Dios y experimenta dudas en el camino. ¿Cuál es esa diferencia? El corazón que duda, el que se adhiere a una incredulidad obstinada que desafía cualquier tipo de cambio, es el que Jesús vino a confrontar.

Cuando Dios creó el mundo, él puso orden en el caos, pero Jesús también puso orden en el caos. Dio un vuelco a las falsas creencias de personas como los fariseos que estaban arraigadas en ellas. Su mensaje desafió ideologías y doctrinas centenarias creadas por el hombre que habían perdido de vista a Dios. En contraste, el corazón que busca es uno que queremos abrazar.

Durante el segundo viaje misionero de Pablo, él y Silas predicaron a los ciudadanos de una ciudad llamada Berea. Los bereanos son recordados en parte por su respuesta al mensaje del evangelio. Eran escépticos efectivos que aplicaban un sano escepticismo a lo que se les enseñaba. Compararon las enseñanzas de Pablo y Silas con las escrituras del Antiguo Testamento y las examinaron. Debido a que tenían corazones que buscaban, continuaron prosperando en su fe.

Esta es una espiritualidad sana. Cada vez que predico o enseño, siempre me encanta cuando la gente que realmente escuchan dice: “Necesito desafiar esa suposición de una buena manera. Quiero saber más para poder entender mejor esto”.

Proverbios 4:23 dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. No dejes que tus dudas se conviertan en incredulidad. En cambio, levántalas ante Dios para que él pueda usarlas para profundizar tu fe. Que siempre vivamos con honestidad infantil ante Dios. Él ha prometido caminar junto a nosotros en cada paso del camino y darnos un espíritu de discernimiento mientras examinamos nuestras dudas.